Racismo y coronavirus: el avance de la supremacía blanca

La epidemia ha dejado entrever lo mejor y peor de la especie humana y, en tan detestable situación, el racismo ocupa un lugar preferente, cuestión que ha quedado demostrada en múltiples casos, los que se agudizan con la exclusión clasista, construyendo una fórmula perfecta de discriminación y exclusión étnica.
En Estados Unidos, grupos supremacistas expresan sin tapujos la necesidad de llevar el coronavirus a los barrios afroamericanos y de latinos para que la mortandad reduzca la población no blanca, aunque su decisión no parece necesaria, ya que la muerte ha asolado los lugares en donde habitan negros e hispanos, muchos de ellos fallecidos en un limbo, ya que no asisten a los recintos asistenciales debido a que su permanencia es ilegal. Seguramente son los que abarrotan las fosas comunes abiertas en la moderna Nueva York. Los caso son dramáticos, en Louisiana el 70% de los muertos son negros, pero estos son el 34% de los habitantes del estado, igualmente en Wisconsin el 74% de los fallecidos son afroamericanos, los que constituyen sólo el 6% de su población total.A la vez, el gobierno estadounidense aprovecha la epidemia para expulsar a miles de migrantes “morenitos” en la frontera con México haciendo caso omiso a las normas humanitarias establecidas por la comunidad internacional. De la misma manera, el presidente Trump denominó al agente del Covid19 como el “virus chino”, lo que de inmediato provocó una escalada xenófoba con agresiones directas a ciudadanos con rasgos asiáticos como fue el caso de una ciudadana de origen tailandés, la que fue golpeada en pleno metro neoyorkino, acusada de ser “una puta china contagiosa”. En California un grupo de estudiantes persiguió a un compañero de origen chino expulsándolo del establecimiento, ejemplo que se extendió a otros centros educacionales norteamericanos.

En Argentina, el concejal del municipio Capilla del Monte, Julio Carballo, militante de la alianza macrista, insinuó una limpieza étnica al desear que la epidemia deje “unos millones de negros peronistas menos y así el país arranca”. De la misma manera, el gobierno boliviano surgido de un golpe de Estado propiciado por Estados Unidos, cerró la frontera con Chile y se niega a recibir a cerca de un millar de sus compatriotas varados en la localidad de Colchane, la mayor parte de origen aymara, a quienes acusa de formar parte de una estrategia publicitaria del MAS, el partido del depuesto presidente Evo Morales, sin embargo, los bolivianos de altos ingresos y blancos, pueden ingresar al país sin problemas por los aeropuertos de La Paz, Cochabamba y, en especial, Santa Cruz, la región en donde campea un fuerte neo fascismo.
En Europa, un periódico francés en un titular alertó a sus suscriptores acerca del “peligro amarillo” y las agresiones fueron tan evidentes en París que muchos tuvieron que colocarse una pequeña etiqueta que dice #JeNeSuisPasUnVirus, para poder utilizar el transporte público. De igual forma, en Inglaterra inclusive fueron discriminados los ciudadanos de origen italiano mientras que en España, el dirigente del ultraderechista partido Vox, Javier Ortega, anunció por las redes sociales que su examen había dado positivo por lo que sufría del “maldito virus chino”.
Estas muestras discriminatorias “coyunturales” se sostienen en el racismo estructural de las sociedades capitalistas que no despliegan las entidades públicas que posibiliten atender las necesidades de quienes son considerados inferiores por su color de piel, a lo que se agrega la inmensa y desagradable carga cultural discriminatoria erigida por los supremacistas. Como caso dramático-anecdótico, según el diario argentino Página12, la modelo venezolana Katherine Fulop, una furibunda anti chavista, grabó un día de cuarentena en el jardín de su mansión de Buenos Aires y en medio de la filmación llamó a su trabajadora doméstica señalándole “Vení Juanita, que nos vemos bronceadas”, a lo que su empleada respondió “Pero igual yo soy negra”.