Michel Piccoli el anti burgués por excelencia

Michel Piccoli el anti burgués por excelencia

A los 94 años muere Michel Piccoli el actor anti burgués por esencia

Hijo de músicos tradicionales y nacido en París el 27 de diciembre de 1925, Michel Piccoli fue el único retoño de la pareja que heredó la vocación artística entre doce hermanos. Un actor francés, luego director, que nunca aprobó lo establecido y gozaba con interpretar lo extravagante o heroico siempre bajo el esquema trasgresor. No dudó en representar cualquier papel, desde un homosexual suicida que limita con la perversión hasta un papa compungido que sufre un ataque de pánico frente a sus feligreses. Siendo joven vivió la ocupación de su país por la Alemania hitleriana y desde la post guerra fue amigo íntimo del selecto grupo intelectual compuesto por Simone Signoret, Yves Montand, Louis Buñuel, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, a través del cual conoció a la cantante y actriz Juliette Gréco, con quien se casó en 1966, uno de sus tres matrimonios. Su primera esposa desde 1954, había sido Eléonore Hirt.

La experiencia vivida con los nazis y el rechazo al egoísmo y racismo de su familia lo llevaron al lado contrario del escenario político, criticando fuertemente el modo de vida de la burguesía, adhirió a las ideas de izquierda hasta el final de sus días. Estudió teatro siendo muy joven e ingresó al cine a finales de los años 1940, comenzando con la personificación de papeles secundarios. Su carrera como actor de renombre comenzó tarde, a mediados de 1963, cuando le tocó participar en el filme El seductor de Jean-Luc Godard, actuando junto a una ya famosa Brigitte Bardot, lo que le significó su primer reconocimiento. Su carrera se desarrolló principalmente en Francia, aunque también trabajó en Italia y con el director español Luis García Garlanga, con quien filmó una discutida película titulada Tamaño natural, en la que se enamoraba de una muñeca inflable. No menos controvertida había sido la película La gran comilona en 1973, dirigida por Mario Ferreri, en la que encarna a un homosexual propenso a organizar orgías, que entonces escandalizó el Festival de Cannes. Su trayectoria es extensa y no hay consenso sobre cuál fue su mejor interpretación en las cerca de 150 películas que filmó, aunque resaltan las “joyas” de Buñuel, Diario de una camarera, El discreto encanto de la burguesía, El fantasma de la libertad y la inolvidable Belle de jour con Catherine Deneuve. También sobresale el anti héroe de la resistencia en Sobra un hombre, de Costa-Gavras.

De la misma manera fue dirigido por Alfred Hitchcock en Topaz y Louis Malle en Atlantic City. Al mismo tiempo, se autodefinía como un “anti estrella”, por lo que participó en numerosas obras de cine alternativo bajo los realizadores Leos Carax, Jean-Claude Brisseau y Jacques Doillon.

En el teatro, un género que nunca abandonó, le correspondió participar en obras que montaron distinguidos directores como Peter Brook, Patrice Chéreau y Luc Bondy.

Piccoli en la embajada argentina junto a Catherine Deneuve e Yves Montand
Decididamente rebelde Piccoli en la embajada argentina junto a Catherine Deneuve e Yves Montand, solidariza con los actores perseguidos por la dictadura en 1980.

Rechazo del seductor impulsando al trasgresor

A lo largo de toda su extensa carrera, Michel Piccoli objetó, por convicción, encuadrarse en el prototipo de un seductor, por el contrario, abordó sin complejos todas las dimensiones del ser humano, no escabullendo las degradaciones, como parte integrante de un mundo difícil de entender. Su rechazo a la burguesía lo hacía principalmente desde lo valórico y lo cultural, enfrentando un lenguaje hipócrita que esconde las bajezas de una clase dominante que desde un falso púlpito político, no trepida en ocultar lo diferente, aun cuando haya sido su creación. Desplegando su vocación desobediente de una esquina a otra, también disfrutaba “interpretando las extravagancias”, con la certeza de sentirse propietario de un maletín de cualidades versátiles difícil de encontrar en actores acostumbrados a interpretar papeles fáciles, faltos de profundidad y promotores de una falsa realidad. Inversamente, Piccoli transitó por el rol de trasgresor, se pronunciaba explícitamente por asumir la peligrosidad de sus interpretaciones, no importándole si cuajaba con lo comercial. Así, en la última gran producción fílmica que participó, en el 2011, Habemus papam, dirigida por Nanni Moretti, encarnó a un sumo pontífice con ataque de pánico que desea pasar desapercibido y debe tratarse con un ateo. En el 2012, siempre rebelde y atraído por el riesgo hasta el final, participó en el film Holy Motors, de Leos Carax. Ya caminaba hacia los 87 años. En sus últimas entrevistas, no dudaba en tratar temas que preocupan a un actor adulto mayor, le angustiaba la indefectible pérdida de memoria.

Su tercer y última mujer fue la guionista Ludivine Clerc, con quien se casó en 1977 y con la que estuvo hasta el final de sus días. Con ella y sus hijos, Inord y Missia, pasó los últimos momentos de una vida que abarcó el arte, la irreverencia, la rebeldía junto a una clara y consecuente posición ideológica.