Se cumplió el objetivo: Aumentaron las muertes y contagios pero la economía no entró en recesión

Las cifras entregadas por el Banco Central indican que el PIB se expandió en 0,4 por ciento, evitando que el país entrara en recesión. Es una noticia que los “mercados” no esperaban, o sea que el empresariado estaba nervioso. Hubo un alza en la minería, los servicios financieros y la construcción, vale decir, aumentaron sus utilidades los de siempre: Se cumple el objetivo de cuidar el crecimiento, pero además, el país fue favorecido por el FMI con un préstamo de 23 mil millones de dólares como muestra de confianza, según el ministro Briones, a países con “robustas políticas macroeconómicas y con compromiso de mantener estos marcos en el tiempo”. Una muestra de que nadie piensa introducir cambios al modelo económico que provoca la inmensa desigualdad, que a la vez generó las protestas que hicieron retroceder el PIB del último trimestre del año pasado.
Según analistas de Derecha, este préstamo del FMI, junto a los fondos soberanos y los ahorros en el seguro de desempleo, son los tres rasgos de robustez de la economía chilena, cuestión que la diferenciaría positivamente de los demás países emergentes de la región. La otra gran ventaja es que “enfrenta esta crisis transitoria con fondos transitorios”, acompañada de una visión a largo plazo, alejando salidas populistas, en espera de que el mercado retome su papel en plenitud. Es una demostración palpable de que al gobierno, la derecha y los empresarios, no les interesa el factor sanitario de la crisis, solo les preocupa que el coronavirus frene el consumo y perjudique la cadena de valor. Inclusive, algunos analistas de segunda, tratan de asignar dichos populares a la situación y aceptan que este es un momento de vacas flacas, por la reducción de ganancias, y que se debería entregar una ayudad a los sectores más afectados, pero cuidando de no gastar todo de una vez, sino que medidos, esperando que el gasto disminuya, ya que los recursos no son infinitos.
Son las conclusiones de quienes viven en el barrio alto, alejados de las y los chilenos de a pie, quienes de manera equivocada creen que la crisis política y sanitaria que tiene al país funcionando de manera irregular e inestable desde hace siete meses, es momentánea y luego todo volverá a la normalidad. Piensan que con volver a pintar la plaza Baquedano, ya no será reconocida como la Plaza de la Dignidad. Aceptan ingenuamente las encuestas que efectúan sus propias agencias. Asimismo, los empresarios asumen que jugando a entregar limitadas donaciones, la desigualdad desaparecerá y volverán a ser el agente principal de la sociedad chilena. Un absurdo.
No hay posibilidad de que la crisis termine si el modelo económico no se reemplaza por otro más justo. Es muy poco probable que la ciudadanía que salió a protestar junto a quienes apoyaban las manifestaciones desde sus casas, hayan cambiado de opinión y un amplio porcentaje esté hoy apoyando a Piñera. Es soñar, el poder que mantiene se debe a que el movimiento social todavía no se fortalece políticamente, pero pronto surgirá una alternativa que cambiará la correlación de fuerzas.