Atilio Herrera y las tareas de un profesional de la salud en la zona oriente de Santiago

Atilio Herrera y las tareas de un profesional de la salud en la zona oriente de Santiago

Nació en la comuna Lo Barnechea y tiene 40 años, estudió la enseñanza básica y media en el Colegio San Rafael de la misma comuna para luego ingresar a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Santiago, ciudad en la que ha vivido toda su vida. Atilio Herrera Ortiz, kinesiólogo, trabaja en el Centro de Salud Familiar, Cesfam, Carol Urzúa de Peñalolén desde hace 14 años y en el cual, hace una década, participa de la asociación gremial de funcionarios de la que es actualmente su presidente. Soltero, pero papá de Luciano de 9 años, se crió junto a su hermana mayor, Claudia y con Andrés, el menor de los tres. Integra el Movimiento Por la Dignidad, su organización de base desde hace 12 años, lo que ha compatibilizado participando en algunos partidos políticos aunque hoy ya no milita aunque sigue adhiriendo al pensamiento de izquierda. Es vicepresidente de la Federación Regional Oriente de Funcionarios de Atención Primaria y, cuando su actividad le deja tiempo, practica el fútbol. Sumamente activo socialmente, debió dejar su trabajo normal para dedicarse a tareas de contención en una labor de alto riesgo, como las que hoy emprenden cientos de miles de trabajadores. Consciente del crítico escenario responde nuestras preguntas.

¿Qué labor cumple en el Cesfam durante la pandemia?

Tradicionalmente trabajo como kinesiólogo de la sala de Rehabilitación Osteomuscular pero, debido a la pandemia, se suspendieron muchas de las atenciones tradicionales no vitales y tuvimos que cerrar la sala. Actualmente estoy dedicado a regular el control de acceso al Cesfam, lugar desde donde debo ir guiando a las personas a los lugares correspondientes de su atención determinando si son urgencias, sospechosos de Covid- 19 u otras enfermedades, de tal manera de evitar que personas con coronavirus entren en contacto con otros pacientes y evitar por tanto, que el Cesfam se transforme en un lugar de contagio.

La labor de las y los funcionarios de salud está llegando a un límite, ¿cómo se soporta tal situación?
Sin duda que se está llegando a un límite por distintas causas. Por una parte la carga asistencial que ha aumentado bastante, por otra, en que la reconversión de algunos servicios y funciones ha llevado a los trabajadores y trabajadoras a cumplir funciones muy distintas a las que usualmente deben realizar; asimismo afecta anímicamente las condiciones de confinamiento, las faltas de elementos de protección personal que nos mantiene en un estrés constante ante la posibilidad de ser contagiados. Al menos, en la mayoría de la atención primaria estamos trabajando con turnos de una semana de trabajo y otra libre, esto porque si en algún turno se genera un foco de contagio, poder contar con el personal libre y por tanto no contagiado, para seguir brindando las prestaciones de salud. No obstante, por todas las medidas de mitigación tenemos a la mayoría de las compañeras y compañeros con un tremendo problema de salud mental que en cualquier minuto puede estallar con aumento de licencias por este concepto y por tanto carencia de personal sanitario.

¿Qué están haciendo para resolver las evidentes falencias que tienen los profesionales de la salud para cumplir su trabajo?
Hoy se está operando mucho mediante la autogestión de insumos principalmente en los hospitales. El ministerio de Salud va actualizando constantemente las normas de uso de elementos de protección personal tratando de generar artificialmente evidencia de que el uso de ellas no es fundamental. Ya lo dijo el ministro Jaime Mañalich hace unas semanas, quien señaló que los trabajadores de salud no necesitaban medidas de protección adicionales al resto de la población, frase absolutamente criminal ya que nos expone a todos al contagio y a la potencial muerte.

El modelo de salud neoliberal demostró ser un fracaso, el carácter de integrado era una ilusión, ya que solo los centros estatales han respondido en la emergencia, las clínicas privadas están cuidando sus intereses y seguirán privilegiando el mercado. ¿Eso obliga a cambiar el modelo de salud del país? ¿Por cuál?

Justamente, la pandemia ha expuesto la realidad de un sistema de salud absolutamente ineficiente ya que se ha dedicado a entregar millonarios aportes a un sistema privado que no responde a la pandemia pero que tampoco responde en épocas normales. No hace prevención ni promoción de salud, aumenta gastos en hotelería y restringe coberturas. Ya lo dijeron las isapres hace un tiempo que ellos no pueden darse el lujo de tener personas enfermas. Esto sin duda pone sobre el tapete la necesidad de crean un Nuevo Sistema de Salud que sea único, público, de cobertura universal y atención oportuna para cualquier patología y no a las pocas que hoy son garantizadas por el Plan Auge. Un nuevo sistema de salud que se centre en la prevención y promoción de la salud que es lo más eficiente en términos de costo y que deje por tanto de generar negocios con las enfermedades y sus medicamentos.

¿Cuál debe ser el papel de las y los trabajadores en un nuevo sistema de salud, ya que en el actual no son considerados?
La responsabilidad de los trabajadores y trabajadoras de la salud debe partir hoy generando la unidad de todos los gremios y avanzar así en una propuesta concreta de este Nuevo sistema de Salud, deben considerarse como sindicatos de clase y no gremios que peleen por bonos más o bonos menos. Deben centrar sus energías de lucha en impulsar este nuevo sistema. En este sentido un nuevo sistema de salud debe ser democrático: con una administración que tome en consideración de forma vinculante las opiniones de las organizaciones sindicales y también a las organizaciones de la comunidad.

Un nuevo modelo de salud requiere estar inserto en otros cambios que la sociedad necesita ¿Cómo se compatibiliza tal cuestión?
Tienes toda la razón. Un nuevo sistema de salud es muy difícil dentro del neoliberalismo, entonces, es imposible mientras nos mantengamos en un modelo que lucra con derechos sociales. Es por esto que como decía anteriormente, las organizaciones deben reconocerse como sindicatos de clase, con una visión política antineoliberal y ojalá anticapitalista.