Los migrantes venezolanos y la hipocresía

En agosto de 2017 se formó el llamado Grupo de Lima, una articulación de estados para intervenir en los asuntos internos de Venezuela. Una maniobra liderada por el Deep estate con Obama y Hilary Clinton a la cabeza, cuando los globalistas eran fuerza hegemónica mundial. Una de sus promotoras fue Michelle Bachelet lo que determinó la postura del estado chileno frente a Venezuela, política que profundizó Sebastián Piñera. El Grupo de Lima fue una copia del Grupo de Amigos de Siria, en el que también participó Chile y que apoyó a la oposición al presidente Al Asad. Ambas iniciativas, concebidas bajo un análisis erróneo, fueron un fracaso. Donald Trump cedió a los halcones continentalistas y adoptó una política intransigente contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, postura en la cual influyó la mafia cubana de Miami que chantajea con los votos de Florida a los eventuales candidatos presidenciales.
La operación Cúcuta de febrero de 2019, buscaba derrocar al presidente Maduro mediante una invasión por razones humanitarias y necesitaba una amplia “fuga” de venezolanos hambrientos que la posibilitasen. Repetirían lo de Kosovo en 1999, cuando se acusó al gobierno yugoeslavo de limpieza étnica por la huida de la población asustada ante la inminencia de los bombardeos de la OTAN. Estimulando la fuga de venezolanos para lograr millones de refugiados hambrientos, Chile concedió la Visa de Responsabilidad Democrática destinada a facilitarles el ingreso al país y muy luego se convirtieron en la colonia extranjera más numerosa. Así, Piñera desprestigiaba al chavismo y esperaba que miles de migrantes simpatizaran con quien les facilitaba el ingreso. Sin embargo, el paraíso no era tal, la mayoría de las personas utilizadas burdamente obtuvo trabajos precarios, vive hacinada y muchos limosneando en las calles. El coronavirus agudizó la situación y un gran porcentaje, abandonado a su suerte, quiere volver a su país.
La parafernalia no sirve en una crisis y miles de venezolanos y venezolanas se inscribieron para regresar, lo que se repite en Perú, Ecuador, Colombia y otros lugares. En Venezuela, la epidemia estaba controlada, pero la vuelta de decenas de miles de retornados, entre ellos muchos contagiados, elevó los índices de la enfermedad. Sin embargo, en medio de un bloqueo y agresión permanente por parte de EEUU y la Unión Europea, el gobierno bolivariano implementa vuelos humanitarios para que sus compatriotas vuelvan al país. En Santiago, medio millar acampa afuera de la embajada, el gobierno chileno presiona para que se agilice su retorno. O sea, traspasa al estado venezolano la responsabilidad de un desastre provocado por autoridades chilenas para sacar provecho político y económico, sin pensar en la utilización de la gente que hoy deja abandonada. El canciller Teodoro Ribera visitó de “forma anónima” el acampe y exige que el gobierno chavista se haga cargo. Recién están ubicando a los más vulnerables en lugares bajo techo, pero los primeros días el Intendente Guevara rechazó albergarlos por su situación transitoria. Una forma mezquina de evadir una situación que provocó la Derecha y que solo le interesó cuando estas personas le prodigaban dividendos políticos, pero en la actual situación se transformaron en un estorbo por lo que se desentienden. Ojalá, los migrantes aprovechen la lección.