Debemos reinstalar la vigencia del socialismo

La hegemonía ideológica neoliberal impuesta después de la caída de los llamados socialismos reales, intentó establecer la noción de que no hay otro sistema viable fuera del capitalismo y que la izquierda solo podía aspirar a humanizarlo. En Chile, aquello fortaleció la “renovación socialista”, tendencia socialdemócrata, que conquistó al antiguo Partido Socialista y logró variar el orden político estratégico al aliarse con la Democracia Cristiana y formar la Concertación, una “centroizquierda” que junto a la Derecha y los empresarios, perfeccionó el tosco neoliberalismo pinochetista.

Diversos grupos de izquierda impulsaron políticas en contra del modelo planteando una opción democrática popular, entre ellos, el Partido Comunista, pero este dio un giro buscando acuerdos con la Concertación, lo que el 2013 daría paso a la Nueva Mayoría.

Asimismo, grupos estudiantiles de izquierda constituyeron el Frente Amplio, coalición que levantó banderas antineoliberales, pero, durante la principal movilización social contra el modelo registrada en el 2019, participó junto a partidos de centro izquierda en un oscuro negociado que permitió salvar a Piñera, por lo que terminaron divididos y derrumbándose como alternativa política. Así, el panorama de opciones anticapitalistas y antineoliberales se restringió a pequeños grupos de influencia acotada, a pesar de que numerosos actores sociales adhieren a las ideas de izquierda.

Las alternativas al neoliberalismo se bifurcan en dos opciones, una que asume un cambio al interior del capitalismo parecido al estado de bienestar europeo y otra que plantea una sociedad socialista, cuya fase de transición mantiene posturas cercanas a quienes propician cambios dentro del sistema. No obstante, como la carga negativa de la palabra “socialismo” es alta por la asociación al PS y, en menor medida al PC, resulta muy difícil enarbolar cualquier defensa del concepto, sin tener que responder por la traición del socialismo renovado como por la debacle de la Unión Soviética.

No obstante, quienes abrazamos la causa socialista deberíamos retomar la discusión acerca de su vigencia como alternativa política al interior de la sociedad chilena. La poca discusión sobre el tema, a veces alimentada por un incomprensible complejo, debilidad ideológica o exceso de tareísmo improductivo, ha restringido la construcción de una propuesta socialista para el Chile de hoy, cuestión que debería estar a la orden del día si existe una crisis profunda en el neoliberalismo, que hoy es el capitalismo real.

Es evidente que tenemos problemas que resolver colectivamente. Generaciones de militantes se impregnaron de teorías eurocéntricas pasivamente, aún predomina el estatalismo o el esquema comando ejecución en las relaciones partidarias e inclusive, persisten variadas insuficiencias epistemológicas. El socialismo no es una exclusividad del marxismo, ya que desde distintas concepciones filosóficas coinciden en la construcción de una sociedad sin clases sociales. Asimismo, la determinación del sujeto de cambios y la fuerza social estratégica está en discusión ya que no puede emerger de una disquisición teórica sino de una praxis concreta.

En fin, el proceso de análisis es amplio y debe comenzar al calor del combate por los derechos básicos, pero entendiendo que no hay salida sin cambio de sociedad, de allí la vigencia del socialismo.