Mañalich y los trabajadores

En medio de sus informes diarios el ministro de Salud ha felicitado a los trabajadores por su desempeño durante la pandemia, entre ellos y preferencialmente, las congratulaciones las dedica al personal de la salud. Pero los cumplidos llegan hasta los aplausos, no hay medida alguna que indique una compensación ni algún cambio en el trato indigno que padecen quienes viven de un salario. Hoy se revela la importancia de los basureros, distribuidores, enfermeros, asesoras del hogar, portuarios, cocineros, eléctricos y otros oficios, pero es solo charlatanería, ya que por otro lado, son miles los despidos por el Artículo 161 del Código del Trabajo, la Ley de Protección del Empleo es mera expoliación al seguro del cesantía y es probable que al jubilarse todos quienes hoy son alabados lo hagan con una pensión miserable. El paraíso europeo está dejando atrás la epidemia y los trabajadores de la salud ya señalan que se olvidaron de ellos. Los aplausos que incentiva Mañalich provienen de una vieja práctica patronal, antiguamente un hacendado satisfecho del trabajo de sus inquilinos les construía una capilla para que estuvieran cerca de Dios y alejados del infierno. Si Mañalich quiere corresponder la dedicada labor de las y los trabajadores que, por último, alerte la precaria situación en que se encuentran, con indignos salarios, riesgo de despedido en cualquier momento, bajas pensiones, alto estrés laboral, endeudados, hacinados en estrecha viviendas, tercerizados, nula capacitación y tantas otras complicaciones. La teoría de que debe atenderse primero las dificultades y después ver otros problemas es un chiste, ya que es precisamente durante

las crisis que deben surgir las soluciones.