Es durante las crisis que se deben generar grandes cambios

El gobierno y la elite empresarial que domina el país intentan convencernos acudiendo a una falsa lógica: hay que esforzarse por superar la crisis para que recién se pueda hablar de cambios. Pero, al mismo tiempo apuran un acuerdo para elaborar un plan que enfrente la reactivación de la economía. Inclusive, manifiestan que el éxito de las medidas a implementar estará sujeto a que exista paz social, o sea, que no haya conflictos. Su planteamiento central se basa en la premisa de que el país marchaba bien antes del 18 de octubre pasado y que si bien existía desigualdad, esta debe superarse en la medida que el Chile crezca y cualquier iniciativa que se oponga al aumento de la inversión y la productividad, solo mantendrá esta desigualdad.

Sin embargo, la inmensa mayoría del país tiene la convicción de que solo el cambio del modelo resolverá la crisis estructural de la sociedad chilena. En ese sentido, no hay razón alguna para retrasar los cambios. Es precisamente, cuando se presentan los problemas que se buscan las soluciones, porque si se diera el teórico momento en que no existan dificultades, para qué se van a generar cambios. Quién en su sano juicio podría hacerlo. Por lo tanto, aquellos que se resisten a que haya transformaciones profundas, es porque no comprenden el tenor de la crisis o no tienen respuesta frente a ella. Pero, señalar que se debe esperar a que los aprietos pasen, es una solapada forma de aceptar que todo siga igual. Con el modelo no hubo ni habrá solución a la desigualdad, por lo que no enfrentar los cambios hoy, es simplemente fallarle a la historia. No hay fórmulas intermedias que valgan.