Mañalich solamente ejecutó la política sanitaria fallida, los cerebros están en otra parte

Con la renuncia del ex ministro Mañalich han aparecido una especie de vengadores que han arreciado con críticas a su gestión concentrando en él la suma de los males, cuestión que precisamente desea el gobierno, ya que de esa forma, se blanquea a Piñera, a los asesores del Segundo Piso, al Comité de decisiones, a los empresarios de la CPC y la SOFOFA, a las fuerzas armadas y policiales y a los demás componentes del entramado del poder, entre los cuales se encuentran partidos políticos que juegan al típico doble estándar, ya que dicen estar en la oposición pero a la vez negocian con el gobierno. Es evidente que el Estado no tuvo estrategia sanitaria y aquí se debe incluir al Parlamento y al Poder Judicial. Además, también son responsables los tontitos y tontitas que salvaron a Piñera en noviembre pasado. Pensar que Mañalich o Daza iban a ser los líderes de una iniciativa de largo aliento, es no entender los recovecos del poder en el país. Simplemente el grupo que decide las políticas nacionales estatales no tuvo capacidad de prever los alcances de la epidemia y cuando se percató, observó que el país no tenía capacidad para enfrentarla, ante lo cual solamente les quedaba actuar a la defensiva, ocultando o tergiversando datos, con órdenes y contraordenes, y un poco a la desesperada, pero esperando que el coronavirus se debilitase por sí solo, ya que no puede seguir eternamente. Salió Mañalich y llegó Paris para seguir con la misma desorientación y los resultados son catastróficos, un record en el plano mundial que no tiene control. Al gobierno, a la Derecha y a los empresarios solo les interesa que el modelo económico se mantenga y bajo tal objetivo se unen fácilmente con los grupos neoliberales como la DC y el laguismo más algunos fútiles que nunca faltan. Ese ha sido el problema, Mañalich y Paris son ejecutantes, por supuesto que responsables, pero no los principales. Aquí los empresarios y las multinacionales pasan como filántropos, pero tienen gran influencia en el poder de decisión gubernamental, mucho más que un Desbordes o la van Rysselberghe, quienes solo son voceros de facciones patronales. Se necesita distancia, pero no se puede cumplir con el hacinamiento que hay en miles de casas sociales con escasos metros cuadrados entregadas durante gobiernos de la Derecha y de la Concertación- Nueva Mayoría. Un requisito sanitario es lavarse las manos, pero ¿quién privatizó las empresas de agua? El sistema público de salud ha sido el puntal del enfrentamiento a la epidemia, pero cuánto más se habría podido hacer si no se hubiera traspasado fondos fiscales a los privados y se capacita al personal. Todos los países, inclusive los más pobres, tienen un sistema científico-tecnológico que aporta a la contención del virus, pero en Chile no hay producción de conocimiento. Así, quienes mantuvieron y consolidaron el modelo como aquellos que sostuvieron a Piñera, son tan culpables como los ministros de Salud del enorme fracaso sanitario que, como siempre, golpea a los más pobres. Además, se sigue con tonteras como la ley de cuarentena que continúa con la política de desligarse de toda responsabilidad y acusar a la población del origen de los males. No es solo Mañalich, hay muchos otros y otras responsables.