China y el nuevo orden mundial post coronavirus

China y el nuevo orden mundial post coronavirus

La tensión mundial se agudiza por el escenario interno estadounidense y el avance de Beijing como potencia internacional. Alianza chino rusa, junto al acuerdo con la nación persa, se suma a las relaciones políticas y comerciales que mantiene con África, Latinoamérica y África, reconfigurando un nuevo orden mundial

El acuerdo con Irán, más allá del aspecto comercial, tiene hondo significado debido a que Teherán es un enemigo acérrimo de Estados Unidos y no cuenta con la simpatía de sus aliados y de la Unión Europea, principalmente, por su programa nuclear. Las sanciones que le ha impuesto Estados Unidos son de gran dimensión, esperando que la dirigencia iraní se avenga a negociar directamente con Trump. Sin embargo, la nación persa se niega a convenir cualquier acuerdo con Estados Unidos, mientras este no vuelva al Pan de Acción Conjunta y Completo, JCPOA en inglés, el que fue firmado por China, Rusia, Reino Unido, Francia y Estados Unidos, y permitía la reducción gradual de las sanciones si Irán limitaba la expansión de su programa y aceptaba el ingreso de inspectores internacionales. Trump se retiró del acuerdo, como muchos otros contraídos por la administración de Barak Obama, señalando que era contrario a los intereses de Estados Unidos. Los países europeos han intentado “salvar” el acuerdo pero no tiene instrumentos eficaces ni desean enemistarse con Trump. Por su parte, Irán comenzó gradualmente a sobrepasar el límite de enriquecimiento de uranio acordado, indicando que el no levantamiento de la sanciones estaba colapsando su industria del petróleo. En tal aspecto el acuerdo con China, termina con el aislamiento y en el mediano plazo con el efecto de las sanciones ya que Beijing le asegura la compra de petróleo e inversiones por miles de millones de dólares durante los próximos 25 años.

La constitución de un bloque anti chino

El ascenso de la disputa estará condicionada a los aliados que ambos sumen en el ámbito mundial y el liderazgo chino no está a evitando la confrontación, ya que entiende que su crecimiento depende de la expansión e incidencia que tenga en la economía mundial. Trump condiciona su táctica a la elección presidencial, ya que busca apoyo en las empresas locales, por lo que debe garantizarles que defenderá sus intereses, pero a la vez, el ascenso chino indica que la disputa se agudiza, en especial en el plano financiero y tecnológico. La decisión china de utilizar el yuan como alternativa al petrodólar es un factor relevante, por ello Obama consideró el área indopacífico como la zona estratégica principal. En tal plano, coincide con el retiro del Reino Unido de la Unión Europea apostando a una alianza anglosajona, en la que suman a Nueva Zelanda, Australia y otros socios menores. La prohibición de los componentes del gigante Huawei en las redes 5G en el Reino Unido y la disposición australiana para inculpar a China sobre el origen y ocultamiento del coronavirus, así lo ratifican. Todo esto complica a la Unión Europea, ya que todo acercamiento a China provocará el disgusto de Estados Unidos.

El cerco estadounidense en el Pacífico

La política exterior del gobierno de Trump busca, mediante la presión intensa, obligar a los estados y a los organismos internacionales a renegociar todas las relaciones y acuerdos, que según su gobierno, perjudican a Estados Unidos. Parte de la base que las administraciones anteriores establecieron alianzas que favorecieron al capital financiero transnacional, cuyas concesiones perjudicó a la industria norteamericana. En tal sentido, reordena sus aliados y desarrolla políticas que debiliten a países que, en un futuro, pudiesen competirles o cuestionarles la hegemonía que mantiene en el mundo. Tras dicho propósito, aumentó la presión sobre China y ha abierto diferentes frentes. Taiwán, Hong Kong, la defensa de la etnia musulmana Uigur en la región de Sinkiang, la que participa con un fuerte contingente yihadista en la lucha contra del gobierno sirio. A la vez, activa la presencia de su flota en el Mar de China Meridonial, debido a que hace unos años el tribunal de La Haya, rechazó los reclamos chinos sobre su soberanía, por lo que el gobierno norteamericano actúa seguro de que tiene el derecho internacional a su favor. Cada una de las potencias desarrolla sus propios cálculos y establece tácticas acordes a sus intereses y, si bien es cierto, Estados Unidos tiene abrumadora fuerza comercial y militar, el gobierno chino avanza en su alianza con Rusia, la otra superpotencia nuclear, además, mantiene una alta porción de divisas y es el principal acreedor de Estados Unidos por un 1,2 billón de dólares. Independiente de cómo se desarrollen los acontecimientos, el nuevo orden mundial, ya se impone y permanecerá durante un largo tiempo, la forma en que derive el coronavirus sólo ratificará el nuevo equilibrio