Huelgas de trabajadores se mantienen en el norte y sur del país

Los trabajadores que deben enfrentar negociaciones colectivas durante la pandemia, lo hacen bajo fuerte presión empresarial. Los patrones aprovechan las restricciones como ventaja para aislar a los sindicatos.
A pesar de las adversas condiciones del aislamiento establecido por el avance de la epidemia del coronavirus, los trabajadores que se encuentran en procesos de negociación colectiva, no se han dejado amedrentar y, por el contrario, han declarado varias paralizaciones, muchas de las cuales se extienden por la estrategia patronal que busca agotar los movimientos para lograr una derrota de los sindicatos. No obstante, sendas huelgas se están ejecutando: dos en Arica y otra en Osorno.

Trabajadores de Aristía en Arica
En el norte, específicamente en Arica, sigue desarrollándose la huelga de trabajadores de la empresa Unimarc que, además, comprende al personal de Iquique y Alto Hospicio (ver número anterior), pero de manera paralela, el Sindicato N° 2 de la planta faenadora de la empresa Aristía, con 216 integrantes, inició la paralización el jueves 2 de julio, debido a que no hubo forma de llegar a un acuerdo con la compañía, una de las más poderosas de Chile. Los trabajadores solicitan un aumento salarial del cuatro por ciento, sin embargo, la respuesta de la empresa ha sido negativa, argumentando que las ventas han bajado. Al igual que en el caso de Unimarc, durante los meses del estallido social de la pandemia, los patrones solicitaron al personal que no faltara a las labores, sin embargo, aquello no es correspondido a la hora de asegurar la mantención de sus hogares. Por el contrario, la empresa ha recurrido a prácticas antisindicales, las que han sido denunciadas a la Inspección del Trabajo, entidad que abrió varias investigaciones al respecto. Inclusive, dirigentes sindicales señalan que el empleador les planteó rebajar sueldos, cuestión que extraña, ya que Ariztía es una industria poderosa y no debería tener problemas.

La empresa abastece el mercado nacional como al extranjero. Estuvo involucrada en la “colusión de los pollos”, un arreglo de precios con otras firmas y cadenas de supermercados.
Huelga de Mafrisur en Osorno
En el sur del país también, específicamente en la región de Los Lagos, los trabajadores de la compañía Mafrisur de Osorno, ya entraron a su segunda semana de huelga. Son cerca de 300 hombres y mujeres movilizadas, que declararon el movimiento ante la negativa respuesta de la empresa al proyecto de contrato colectivo. Iris Rosas, presidenta del sindicato, señaló que solicitaban aumento de remuneraciones y de los bonos de producción que no han sido incrementados en los últimos siete años, a pesar de que la empresa elevó la productividad en términos exponenciales en el mismo periodo. Además, piden un bono de término de conflicto. Ante la notable indiferencia, no hubo otra alternativa que declarar la huelga legal que comenzó el 8 de julio. La empresa señaló que no es el momento para paralizar una empresa que aporta al desarrollo del país y de la región en tiempos de pandemia. Agregó que los únicos perjudicados serán los trabajadores y sus familias, ya que al permanecer agrupados fuera de la empresa, corren el riesgo de crear un foco de contagio por el coronavirus.

Trabajadores de Minera Zaldívar votaron la huelga
Por otra parte, los socios del sindicato 1, de Minera Zaldívar, ubicada al interior de Antofagasta, votaron favorablemente la huelga que se debería haber hecho efectiva el pasado 15 de julio, sin embargo, la empresa solicitó la mediación de la Inspección del Trabajo y el diálogo se extenderá hasta hoy. Minera Zaldívar es propiedad del grupo que dirige Andrónico Luksic a través de Antofagasta Minerals en un 50% mientras que el otro 50% le pertenece a la canadiense Barrick Gold. Ubicado a 175 kilómetros al sudeste de la capital regional y a 3.200 metros sobre el nivel del mar, el yacimiento forma parte de la gran minería privada. Produjo durante el 2019, un total de 116.100 toneladas de cobre refinado.
Los empresarios están aprovechando el impacto de la pandemia para presionar a los trabajadores, conminándolos a que no realicen huelgas porque pueden generar focos de contagio que generaría un grave riesgo a sus familiares más cercanos.