La vuelta a la sensatez de los pequeños y medianos productores
En declaraciones al periódico online Interferencia, el presidente de la Multigremial de Emprendedores, Juan Pablo Swett, intenta diferenciarse de los grandes empresarios con quienes firmó una carta advirtiendo las “penas del infierno” si se aprobaba el retiro del 10% de los fondos previsionales. Las razones que el dirigente entrega, constituyen un giro en cuanto a la inflexible defensa del modelo que ha mantenido, al que solamente criticaba porque el chorreo no alcanzaba a su sector. Sin embargo, la opinión vertida, indica que hay una mayor comprensión, al menos en el diagnóstico, de que la política económica ha debilitado profundamente a los pequeños y medianos productores en beneficio de los poderosos grupos económicos. En este aspecto, no debería sorprender las volteretas de muchos políticos durante los últimos días, detrás de ellos se encuentra un sector empresarial que se siente perjudicado porque la estrategia del gobierno con relación a la epidemia, es salvar la economía, pero priorizando los intereses financieros, de los grandes empresarios y de las transnacionales. Un productor que ha permanecido meses con su negocio cerrado, no es tan obtuso como para no comprender que la banca, las mineras, las forestales, las cadenas farmacéuticas y tantos otros, han funcionado sin grandes problemas. Por lo tanto, necesitan que en el eventual retorno a las actividades normales, por más limitadas que estas sean, la capacidad de consumo de las personas se eleve, para que sus empresas vuelvan a generar utilidades y pasen la borrasca, ya que la ayuda estatal se diluyó entre los escasos montos y en la inentendible y entramada burocracia que el gobierno levantó, con un objetivo inconfesado, pero cuyas razones debe buscarse en los compromisos que mantiene con el Fondo Monetario Internacional. Los grandes empresarios han levantado sus fortunas con la ayuda del Estado desde la época de Pinochet, quien les traspasó empresas, les entregó fondos y subsidios, redujo los impuestos y muchas otras facilidades que les permitieron expandirse. Los gobiernos de la Concertación continuaron con las privatizaciones y asignaron jugosas concesiones, a la vez que entregaban los recursos naturales del país a las multinacionales mineras. Se constituyó un grupo exclusivo que, además, vio en el esquilme de otros empresarios una oportunidad para enriquecerse, así, justificándose con la entrega de contratos productivos o el compromiso de adquisiciones, los han dominados de acuerdo a sus intereses y mientras más pequeño es el negocio, más fuerte es la dependencia que se crea con el más grande. Los llamados emprendimientos deben bailar al son de los poderosos grupos, obviamente, en ellos las AFP no invierten, ese es un privilegio de la elite empresarial que se lleva todos los premiados. Pero, la situación del país está cambiando y en tal proceso, los empresarios nacionales deberían incorporarse, ya que solo cuando termine el dominio del capital financiero empresarial impuesto gracias al actual modelo económico, sus negocios podrán efectivamente despegar. Deben concebir una nueva forma de hacer empresa, pero tienen que mirar hacia la comunidad, porque en definitiva tanto el trabajo como el dinero son colectivos.