Movimiento social boliviano movilizado por el respeto a calendario electoral

Movimiento social boliviano movilizado por el respeto a calendario electoral

La decisión de postergar los comicios generales por el Tribunal Supremo Electoral, es vista como una maniobra de la dictadura que encabeza Jeanine Áñez, la presidenta de facto.

Liderados por la Central Obrera Boliviana, COB, una gran cantidad de personas colmó las calles de algunas ciudades de Bolivia exigiendo no aplazar las elecciones presidenciales convocadas para el 6 de septiembre pero diferidas por el Tribunal Supremo Electoral para el 18 de octubre. La original debía haberse efectuado el 3 de mayo y fue pospuesta por la llegada del coronavirus, misma justificación que se levantó para aplazar nuevamente los comicios. Las organizaciones sociales argumentan que el gobierno, que se autodenominó transitorio y cuyo único propósito era convocar a elecciones, ya cumple ocho meses y desde sus inicios comenzó una labor que excedió los objetivos que planteó. Junto con reprimir a los partidarios del depuesto presidente Evo Morales, ha iniciado negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y demostrado gran incapacidad para controlar la epidemia.

Masificaron las marchas numerosos sindicatos campesinos y comunidades indígenas, mientras que en la populosa ciudad del El Alto, las organizaciones vecinales encabezaron las manifestaciones. Carlos Guarachi, dirigente de los mineros y presidente de la COB, señaló como acuerdo de un cabildo popular desarrollado al finalizar las movilizaciones, que se declaraba la huelga general indefinida en todo el país.

En Cochabamba, los dirigentes campesinos indicaron que se debe respetar el 6 de septiembre como fecha impostergable de los comicios generales, mientras que el gobierno de Áñez restó importancia a las movilizaciones, inclusive amenazó a los promotores con aplicarles la ley sanitaria, ya que, según señaló, en las marchas no se respetó el distanciamiento social ni se utilizó mascarillas, algo inexacto. En octubre pasado, Evo Morales fue obligado a renunciar por la cúpula militar y policial aduciendo un fraude electoral, versión que corroboró la OEA, sin embargo, un estudio del MIT con sede en Boston indicó que había ganado limpiamente, mientras el New York Time señaló que el informe de Almagro fue defectuoso y “era posible” que Evo Morales haya resultado electo sin fraude.

El derrocamiento de Evo Morales fue una artimaña orquestada en Washington y ejecutada por la OEA, pero que fue facilitada por errores estratégicos en la conducción del proceso de cambios que, después de grandes esperanzas, derivó a un nacionalismo gradual.

Independiente de la acción del oscuro secretario de la OEA y la maniobra del gobierno de EEUU, la revolución democrático- cultural fue decayendo producto de errores conceptuales y de un manejo que debilitó el gran impulso con el que partió. Los avances desarrollados durante la gestión del Movimiento Al Socialismo, MAS, no alcanzaron a consolidar el proceso de cambios y un erróneo análisis de la correlación de fuerzas, terminó con el golpe y sus principales líderes exiliados, mientras la resistencia se transformó en masacre. La pregunta que, desde mucho antes del amargo final, varios se hacían, era ¿hacia dónde se dirigía la revolución democrático-cultural? Aparentemente, las medidas que permitieron la nacionalización de los recursos naturales, un gran plan de obras públicas, un extenso programa de beneficios sociales, una fuerte disminución de la pobreza, la construcción de un régimen plurinacional, un crecimiento económico sostenido y un gran avance en ciencia y tecnología, no bastaron. Todas estas medidas estaban insertas en el denominado “buen vivir”, un grupo de ideas sustentadas en la cosmovisión indígena andina que rechazaba la racionalidad occidental sobre la cual se sostenían socialismo y capitalismo. No obstante, las limitaciones conceptuales del “buen vivir” y su falencia para diseñar estrategias políticas, impidieron que el proceso avanzara más allá del clásico proyecto nacional popular. La derrota después de 14 años en el gobierno, perpetrada por un golpe de Estado como “en los viejos tiempos”, indica que no era realista el análisis efectuado por los principales teóricos del MAS, quienes argumentaban la derrota estratégica que habían propinado a la burguesía boliviana, principalmente, a la cruceña. Sin embargo, el factor decisivo no provino de una insurrección civil sino desde el propio Estado plurinacional, la estrategia pactista se fue al tacho de la basura. Es evidente que el proyecto revolucionario boliviano sufrió un traspié, que la situación es compleja y que habrá que sacar lecciones. Nadie puede seguir avalando la ingenuidad de que bastará ganar nuevamente las elecciones para reiniciar el proceso, eso es no entender a quien se enfrenta la revolución boliviana, sería no asimilar lo sucedido y apostar ingenuamente a un gradualismo que fracasó.