La trinchera para la guerra total

El cambio de gabinete fue concebido para enfrentar la emergencia y no debe analizarse como si fuese un escenario normal, ni tampoco como el reacomodo de algunas piezas. Fue constituido un Estado Mayor Gobierno-Chile Vamos, el que suma al empresariado y, además, al aparato represivo y de inteligencia.
Piñera dio un golpe de mano que no solo intenta revertir la dispersión y las contradicciones en la Derecha, sino que va mucho más allá. Es una rearticulación cuyo principal objetivo es la contención del movimiento popular y el acercamiento a los sectores “conversables” de lo que denominan la oposición democrática. Busca establecer una negociación equilibrada en el proceso constituyente que le permita salvar elementos clave del modelo neoliberal, para luego retomar la iniciativa en un futuro momento en que la situación política lo favorezca. Para ello, se agrupó a los dos sectores más importantes de los varios en que se ha bifurcado la Derecha chilena. Concurren al acuerdo la tendencia Allamand y Desbordes por Renovación Nacional más Bellolio y los duros de la UDI representados por Víctor Pérez. Se supone que el disminuido Evópoli se disolvió en el piñerismo y el grupo de José Kast no es considerado. Jacqueline Van Rysselberghe quedó excluida, ya que dejará la presidencia de la UDI porque no puede repostularse.
El análisis que ha imperado se basa en un análisis riguroso de la correlación de fuerzas, el que arroja una situación política desfavorable, así, la gran mayoría de la militancia gobiernista ha concluido en asumir su estrecho margen de maniobra, además, constata crudamente que revitalizar la política de los consensos es una fantasía. Nadie en el sector opositor con el cual el gobierno podría eventualmente alcanzar un pacto hoy está disponible, inclusive, el famoso Acuerdo Covid-19, que estaba llamado a ser un segundo negociado, parecido al de noviembre pasado, en los hechos se encuentra sobrepasado. En tal sentido, el peligro de la Derecha no solo se encuentra en su incapacidad para continuar siendo una opción de gobierno, sino que es mucho mayor, ya que el modelo neoliberal que impulsó desde la dictadura pinochetista y luego adoptado por la Concertación y la Nueva Mayoría, se encuentra próximo a ser desterrado porque no es viable y. además, es rechazado por una mayoría de la población a la que nadie puede convencer. Sin embargo, la Derecha tiene muy claro que con la fuerza de su sector no llega a ninguna parte, pero inclusive sus militantes están aislados y, confundidos o temerosos, dudan de la solidez del proyecto, lo que ideólogos de El Mercurio denominan la debilidad de las ideas, por lo tanto, necesitan reagrupar las tropas y saben que solo lo pueden hacer mostrando fortaleza y retomando la iniciativa, aunque esta sea parcial y acotada.
En este plano, la restricción por la pandemia ya no les sirve. Para el gobierno es crucial que las actividades del país se reinicien en plenitud, la paralización hoy lo desfavorece.
En La Moneda se concentraron cerebros y recursos, por lo que el resto solo deberá ejecutar las órdenes que emanen del nuevo Estado Mayor. La recomposición de relaciones con los partidos de Chile Vamos es un show ya que está todo amarrado desde la cúpula principal.
En cuanto a la situación de fuerzas en el resto del aparato de Estado, hasta el momento, el gobierno no tiene problemas para que se alineen el poder judicial, el tribunal constitucional y las fuerzas armadas, sobre todo las policiales. Ello no significa que estas estructuras sean incondicionales totalmente a Piñera, pero su raigambre conservadora los hace ubicarse como defensores del status quo y, en los hechos, opositores a los cambios, que en el caso chileno no tienen rasgos de ser evolutivos, debido a la resistencia de los empresarios a perder sus privilegios. Pero, si la inviabilidad de un proyecto siempre genera debilidad en las lealtades, con mayor razón puede alejar a quienes no sienten que sus intereses están determinados por el gobierno de turno, cuestión aplicable a jueces, fiscales u otros funcionarios de carrera, como las fuerzas militares e, inclusive, empresarios. En este último caso, las leves o muy sutiles diferencias entre el grupo de Sutil y Larraín con Luksic llaman la atención, aunque lo más probable es que mantengan un bloque unido, pero una crisis a veces trae sorpresas donde menos se esperan. En tal sentido, el caso de los parlamentarios díscolos de Chile Vamos como la posición de Joaquín Lavín, es decidora. En el caso del presidenciable alcalde de Las Condes, es el resguardo de su candidatura, pero es evidente que su “voltereta” tiene el apoyo de un grupo de empresarios pragmáticos, como también es pasada de cuenta a Piñera por lo sucedido en mayo de 2005. En esta situación, para el movimiento popular se avecinan días complejos, ya que va a recibir toda la fuerza represiva debido a que la debilidad del gobierno hará que se juegue con todas sus fuerzas para eliminar la protesta. Piñera no tiene espacio y no puede retroceder más, por lo que ya estableció la “linera roja” y, para ello, rearticuló un bloque en el que participan los pesos pesados de las facciones más importantes de la Derecha, quienes ejecutarán y respaldarán políticamente sus medidas represivas. Al menos ese es el diseño elaborado, aunque la articulación de sus aliados todavía no le alcanza para ganar la guerra que constantemente anuncia, pero, el uso de la fuerza es clave para su estrategia y la usará sin consideración, ya que si considera inminente su derrota, puede tentarse y tirar el mantel.