Pocas garantías de un serio proceso constituyente con Piñera dirigiendo el Estado

Pocas garantías de un serio proceso constituyente con Piñera dirigiendo el Estado

Los sucedido en la Araucanía muestra que ante la eminente derrota, el gobierno y los empresarios no aceptarán los cambios que se piden e intentarán generar un baño de sangre entre gente pobre.

Un grupo cercano a 200 personas emitió una declaración en la que solicitan diez condiciones mínimas para el desarrollo del plebiscito. Es una petición criteriosa que ojalá sea aceptada por el gobierno, sin embargo, la solicitud se efectúa desde la pasividad y sin asumir que Piñera se prepara para la guerra. Obviamente, en el país se deben neutralizar todas las acciones que atenten contra la normalidad del proceso constituyente, pero el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. La situación política es compleja y se aproxima la hora de la verdad, el unánime apoyo a la asonada patotera de la noche del sábado pasado en la Araucanía, por parte de todas las facciones políticas de la Derecha y la justificación de Luksic, Larraín, Sutil y Swett, indican que el sector que, hasta hoy, usufructúa del poder y la riqueza en el país, no aceptará pacíficamente perder sus privilegios y, como siempre, utilizará métodos sucios pero sin participar directamente, lo hará por encargo. La similitud de consignas racistas y victimizantes entre políticos derechistas, funcionarios de gobierno, empresarios y las y los patoteros, no deja duda que la acción se organizó en Santiago. Nadie pensará que se trataba de personas que espontáneamente decidió reunirse una noche y en una plaza para el desalojo de los comuneros. Además, la existencia de audios demuestra la decisión de los organizadores y la complicidad de la policía. Carabineros no tomó ningún detenido entre los agresores, a pesar del toque de queda, del tema sanitario y que se quemaron los vehículos de los comuneros, por el contrario, apresó a los mapuche. Los militares no aparecieron y luego señalaron que les dispararon desde un puente y que tienen un herido que nadie ha visto. Una situación que no resiste análisis alguno y sin justificación, pero que indica por dónde viene la mano.

Nadie puede pretender argumentar que lo sucedido es un fenómeno regional, porque no lo es, por el contrario, obedece a una directriz nacional, que tiene la complicidad de los medios de comunicación comerciales y el diseño profesional en el que lograron la connivencia de Carabineros y de los militares. Y es el esquema que se intentará imponer en el país, por lo que insistir en ingenuidades es sumamente peligroso. Nadie debe olvidar que en el 1973 los militares alegaban que “se vieron obligados a intervenir”. Hoy la situación es diferente porque las fuerzas de Derecha pueden utilizar a su antojo el aparato represivo del Estado, además, el empresariado es mucho más poderoso, no existe movimiento de trabajadores organizados, los partidos políticos de izquierda ya casi no existen o son muy pequeños e internacionalmente, no hay fuerzas que solidaricen con el pueblo chileno. La masividad de las marchas o de las adhesiones no basta, mientras no se construya una poderosa fuerza alternativa desde los territorios se estará en desventaja.

Lo sucedido en la Araucanía demuestra que lo acordado en noviembre pasado, no garantiza que el gobierno acepte las medidas que terminen con los privilegios y el poder de los empresarios.

El dispositivo político de choque articulado en La Moneda no da garantías para efectuar un proceso constituyente en paz. Su desarrollo pacífico estará condicionado a la negociación que la Derecha y los empresarios quieran obligar a sus eventuales aliados del “centro político”. Saben que en estos momentos los integrantes de esta franja conciliadora están presionados desde el movimiento popular. La principal lección que la Derecha saca del retiro del 10% de las AFPs, es lo que denomina la “presión de la calle”, vale decir, entiende que sus potenciales aliados dudan bajo la influencia de los actores sociales. El caso de Lagos Weber, Harboe, Pizarro, Isabel Allende y otros es claro, en un principio rechazaron el retiro de los fondos, pero luego recularon. En el caso de Lagos fue más notorio, debido a que ni siquiera alcanzó a presentar sus indicaciones, aunque las había informado profusamente en todos los medios de comunicación. En tal sentido, los neoliberales saben que solo podrán alcanzar un acuerdo con sus pares en la oposición si neutralizan el movimiento social, así, estos supuestos socios podrán actuar más libres y sin presión alguna. En ese aspecto, que Piñera esté en el gobierno, que cuente con el apoyo de Carabineros y que el parlamento funcione como lugar de negociados es fundamental, ya que con dichos instrumentos pudo sortear la crisis de octubre pasado. En dicho plano, nadie puede tener la candidez de creer que el gobierno será neutral, siendo que casi la unanimidad de sus integrantes opta por el Rechazo y no reducirá maniobras para que el proceso constituyente fracase. Además, no dudará en reprimir cualquier tentativa del movimiento popular para impulsar cambios profundos. Las patotas serán la cara visible, pero los estrategas estarán en La Moneda. Ni siquiera piensan en que Lavín tiene posibilidades de triunfo, parten de la base que su situación se deteriora día a día, por lo que no pueden esperar a las próximas elecciones presidenciales, ya que si persiste la actual situación política no solo perderán, sino que el modelo definitivamente se derrumbará. Para frenar el retroceso, recuperar la calle con matones, dividir a sus oponentes, coartar la libertad de los actores sociales y asegurar la acumulación de ganancias, se constituyó el nuevo equipo de La Moneda.