Fracaso de Evópoli desnudó la inviabilidad del liberalismo renovado

La organización nació durante el primer gobierno de Sebastián Piñera y apareció públicamente en el 2012. Sus principios no se distinguían de los otros partidos de Derecha, por lo que se suponía que en la forma de hacer política mostraría la diferencia, pero su actuación durante la crisis exhibió grietas que inviabilizan su confusa propuesta ideológica.
Muy pocos entendieron el propósito de la fundación de Evópoli como partido político hace unos años atrás. Las ideas centrales se concentraban en oxigenar a su sector para dar paso a una Derecha moderna que se base en los principios de libertad, del mérito y respeto a la diversidad, junto al compromiso con la justicia, en especial preocupándose de los desfavorecidos y lo que profusamente pregonaban como, “emparejar la cancha de las oportunidades”. Se instalaron con una base programática que buscaba la reforma del Estado, asegurar el crecimiento económico y una reforma educacional a partir de la formación en los primeros niveles de la enseñanza. Pero, en cuestiones concretas como las pensiones, no mostraron diferencias con lo señalado por la Derecha las últimas cuatro décadas, apostaban por la capitalización individual y rechazaban el sistema de reparto. De la misma manera, defendían el principio de subsidiaridad estatal y objetaban la gratuidad en la educación señalando como correcto el endeudamiento en la enseñanza superior, priorizando las salas cunas y la preescolaridad.
En cuanto a la política junto con sus ansias modernizadoras de la Derecha, el liderazgo de Evópoli se dedicó a embestir al Frente Amplio, creyéndolo un serio peligro izquierdista, mostrando un equivocado análisis de la situación político-estratégica, ya que este resultó ser una alianza socialdemócrata. Por otro lado, la intención de erigirse desde una plataforma liberal pero que abraza la ortodoxia de Chicago, ubicó al partido en un espacio más conservador de quienes en la derecha cuestionan algunos elementos del modelo económico, auto anulándose para lograr un mínimo acuerdo con el centro político, factor esencial para desarrollar una política viable desde una tribuna liberal distinta. Evópoli no pudo establecer una plataforma que lo diferenciara ideológicamente, en la derecha y el escenario político en general. En síntesis, se redujo a un partido que funciona por coyunturas, pero sin proyecto de sociedad que lo diferencie con claridad. Terminó en escudero del modelo, ya que sus ataques no se concentraron en el FA, sino contra el propio Manuel José Ossandón de quien señalaba Felipe Kast en mayo de 2017 al Portal Poder y Liderazgo: “me parece una persona desesperada y cegada por el poder, cuya trayectoria política es notable, pero que se ha transformado en un ventilador de desprecio contra su propio sector”. Pero, la gran pregunta ¿No debería ser su aliado?
La gran falla de Evópoli es su incapacidad para enfrentar las crisis con una propuesta viable. Sorprendidos con el estallido, decidieron seguir las directrices del Segundo Piso de La Moneda.
Superados por una crisis largamente anunciada
La rebelión social de octubre debería haberse constituido en el momento de gloria para Evopoli pero, frustrando todas las expectativas, se sumó a la cúpula máxima del poder, por lo que su actuación demostró que solo es un partido de coyunturas, pero rebajado al papel de gasfíter, con el respeto que merece la profesión. Terminó a contracorriente de todo lo que ha pregonado durante su corta existencia. No fue alternativa de nada, no oxigenó pulmón alguno, no respetó diversidad de opinión ni pudo atraer a ningún aliado. Quedó como el más disciplinado regimiento del segundo piso de La Moneda. Pero, además, un factor importante residió en su incapacidad de expresar opinión política, más allá de lugares comunes, en momentos claves. O no hubo “cojones” para diferenciarse como amenazaron durante toda su trayectoria o simplemente son una tapadera de los empresarios que, desde una perspectiva distinta, que no cuaja, solo buscan defender el modelo intentando una aplicabilidad que lo haga atractivo, o sea, una simple oficina de propaganda.
Las palabras del ex presidente de RN, Mario Desbordes, a La Tercera del 10 de diciembre de 2019, en las que señala la “paralización” de Felipe Kast durante los días más álgidos de la crisis de octubre son decidoras. La salida, con un funeral aplaudido, de Blumel desde el ministerio del Interior y el papel de recadero del FMI asumido por el ministro Briones, indica que Evópoli resultó un fiasco. La “derecha moderna” que decía encarnar en el 2015 y el “nuevo estilo de hacer política” no se concretó. Ni siquiera implementaron “el viejo estilo”, ya que, los dirigentes de Evópoli, aislados como ultra defensores del modelo económico, cuestión que los maniató fuertemente, terminaron acusando a sus aliados de coalición de hacerles sin asco la vida imposible mientras mantuvieron los más importantes ministerios en el gabinete que duró hasta el 20 de julio. Si se consolida una Derecha Social en las fuerzas gobiernistas, el espacio político de Evópoli se reduce al mínimo, sobre todo, si en plena rebelión mapuche tiene un presidente ligado a los grupos forestales y sus militantes ya se alinearon con el Rechazo.