Gradualismo el nuevo volador de luces que esgrimen los viudos de la ex Concertación

Las crisis políticas siempre muestran ángulos nuevos, pero en el caso chileno la particularidad se encuentra en que sus responsables no asumen los errores e, increíblemente, se dedican a pontificar sobre el futuro como si el país no hubiese cambiado.
Desde hace unas semanas un grupo socialdemócrata de tendencia neoliberal y personeros democratacristianos han plantado en diversa publicaciones de los monopolios mediáticos mercuriales y de Saied, ciertas opiniones políticas que pasan desapercibidas para la mayoría de la gente, pero que son resaltadas por la prensa de la Derecha, la que intenta generar una discusión que divida a la oposición parlamentaria entre moderados y extremistas. Si bien es cierto son lugares comunes, tienen como objetivo sentar algunas ideas que deberían ser recogidas por la Derecha para que puedan ser la base de un nuevo acuerdo nacional que dirija el país las próximas décadas. No tienen asidero siquiera entre sus partidarios quienes rápidamente los desmienten aunque evitan polemizar con ellos, seguramente, porque no vale la pena.
Entre los destacados están Ricardo Lagos Escobar, Jorge Burgos e Ignacio Walker. Un ex presidente de la república, ex ministro de educación y de obras públicas, junto a un ex presidente de la DC, ex canciller, ex senador y un ex ministro del Interior y ex diputado. Todos “ex”, lo que demuestra su absoluta participación en el centro del poder durante las últimas décadas. Trayectoria que demuestra su responsabilidad en el desaguisado político que padece el país. Si alguien piensa en una mínima autocrítica está equivocado, increíblemente, los tres personeros se ubican como observadores lejanos como si no hubiesen sido partícipes de cientos de decisiones que perjudicaron a los chilenos más humildes. Solo Lagos ha insinuado algo, pero de manera muy autocomplaciente, desde un púlpito y con aire de perdona vidas. El gran eje común que todos plantean es la necesidad de que en el país se produzcan cambios pero con “gradualidad”. Así lo manifestó el ex presidente en una entrevista a La Tercera, era que no, a comienzos de agosto pasado: “la gradualidad es la única forma de entenderse civilizadamente”, opinión que luego recalcó vía twitter, “la democracia se construye paso a paso”.
Cualquier persona notará que son afirmaciones lógicas que nadie podría rebatir. Lo destacable es la prioridad que tal obviedad tiene y quién la dice. Es evidente que el ex presidente pretende erigirse como el adalid de lo moderado y con tal afirmación notifica a la Derecha que él está disponible para constituirse, al interior del proceso constituyente, en un puente para lograr un acuerdo, cuestión peligrosa en momentos en que la ofensiva de la Derecha busca volver a la etapa pre 18 de octubre.
El gran problema de los gradualistas radica en su poca sintonía con la amplia mayoría del país que aspira a que se impulsen cambios profundos ya que, decididamente, rechaza los negociados.
En cuanto a los dirigentes Walker y Burgos, al menos, este año han lazado dos veces sendos manifiestos, en mayo y agosto, en los que demandan nada menos que a “prestigiar la política”, indicando que se debe “abandonar la trinchera y actuar con grandeza”. Convocan a reforzar “un centro reformista en la defensa y fortalecimiento de la democracia frente a la amenaza del populismo de izquierda y de derecha”. Agregan como ideas generales: “Crecimiento con equidad como la búsqueda de alternativas al neoliberalismo y el neopopulismo. Reformismo y gradualismo. La DC tiene que posicionarse en los sectores medios, los independientes, el centro, el voto moderado, las mujeres y los jóvenes”. Parte importante la dedican a quejarse de la “debilidad de la izquierda moderada” y resaltan que “la unidad amplia de la oposición equivale a una izquierdización de la misma y deja a los sectores medios, de centro, independientes y voto moderado a merced de la derecha. Todos los acuerdos que sean necesarios, siempre mirando el interés de Chile”.
Vale decir, plantean la necesidad de llegar a un acuerdo con las fuerzas de la Derecha y el límite del pacto, sería dejar fuera al «populismo derechista”. Se supone que deben ser los integrantes del Partido Republicano y sectores de la UDI. En concreto, gradualidad, moderación, rechazar la violencia, nueva política de los consensos. Una suma de conceptos sin sustancia los cuales sólo pueden contrastarse políticamente con una estrategia que no señalan, pero que se supone es un aggiornamiento del neoliberalismo, para actualizarlo.
El ex presidente Lagos y los sectores democratacristianos autodenominados moderados, coinciden con la Derecha que propone un “acuerdo equilibrado” al interior del proceso constituyente. Estos últimos, mucho más realistas, saben que su tesis solo puede ser viable si el Rechazo alcanza un alto porcentaje en el plebiscito de octubre. Pero, en el caso del laguismo y los DC moderados, ¿cuál podría ser la viabilidad de su estrategia? La tesis del centro político hoy es, como mínimo, confusa, además tiene un déficit: no logra coincidir con la mayoría que rechaza cambios lánguidos.