La persistencia en el ocultamiento de los datos
La premura para que la economía del país vuelva a funcionar provoca preocupación en muchos sectores ya que las dudas frente a la eficacia del gobierno son amplias. La información entregada no es clara y nunca ha existido una política comunicacional seria con relación a la epidemia. Nadie entiende bien el esquema para verificar la trazabilidad, ni tampoco la cantidad exacta de fallecidos, mucho menos, se observa una campaña destinada a educar a la población para que enfrente la crisis sanitaria con normas, medidas y comportamientos adecuados. De esta manera, cunden las acciones individuales y las autoridades se dedican a reprochar conductas que han sido incentivadas desde el propio gobierno. Hay dudas en especialistas como en respetables entidades científicas, sobre el manejo de una crisis que fue enfrentada desaprensivamente, para luego culpar a la población. Y los resultados están a la vista, cientos de miles de infectados y miles de muertes que se podrían haber evitado y de las que nadie se responsabilizará, ya que la mayoría pertenece a los sectores más vulnerables de la sociedad chilena.
Hoy, el debate se está concentrando en la vuelta a las clases presenciales, siendo el ministro de Educación, el impulsor del regreso a los colegios, porque la orden de La Moneda es apresurar la normalidad, acorde con los intereses de los grupos económicos, en definitiva, quieren echar a andar luego el negocio de la enseñanza para que no se depriman los empresarios del sector educacional. Así, se plantean soluciones con muy poca seriedad, sin reparar en la salud de los niños, sino en los bolsillos de los negociantes. Una peligrosa forma de enfrentar un epidemia que no da tregua.