La racionalidad empresarial detrás de las supuestas volteretas de Joaquín Lavín
Las actividades del país se desarrollan en medio de una situación que a ratos parece confusa, pero es evidente que de una u otra forma se impone la racionalidad de los empresarios, quienes direccionan el aparato productivo y de servicios hacia una post pandemia que, hasta el momento, les permite sortear dificultades, logrando que sus negocios se desarrollen sin grandes problemas. La cuarentena significa la desmovilización obligada del pueblo en un esquema deficiente de enfrentamiento de la epidemia en que el Estado, obliga a los sanos a tomar precauciones porque no puede solucionar el problema de sus enfermos. En medio de este ambiente, una parte del país ha seguido funcionando, en específico, el mundo de las grandes empresas, ya que sus propietarios no encuentran razón alguna para detenerse. Así, el retroceso se concentra en un sector ligado esencialmente a la industria de la construcción y a algunos servicios comerciales y turísticos, rubros que pueden ser grandes, pero cuya incidencia negativa en la economía nacional puede atenuarse. Superado este problema, los empresarios observan que la gran dificultad puede venir del impacto que tenga la movilización popular iniciada en octubre pasado y suspendida por el momento. En tal sentido, si tenían alguna duda de la decisión de vastos sectores populares por impulsar cambios al modelo, con la forma en cómo se resolvió el tema del retiro del 10% desde las AFPs, les debe haber aclarado que no basta con el manejo que pueden tener en la superestructura estatal, el problema es mucho más profundo. Por lo tanto, están llegando a la conclusión de que es mejor asumir la nueva situación del país que ignorarla o insistir en estrategias destinadas al fracaso. Así, ya no se oponen al plebiscito ni a la eventual posibilidad del funcionamiento de una instancia que inicie la discusión sobre cambios institucionales. Es más, están llegando a la conclusión de la inconveniencia de insistir en una ortodoxia neoliberal que puede terminar avasallándolos, por ello, retroceden y aceptarán una eventual participación del Estado en la resolución de ciertos problemas, ya que la epidemia les enseñó que un poderoso aparato público puede asegurarles la protección de sus empresas y sus familias, pero, además, resguardar sanitariamente la necesaria mano de obra para que funcionen sus negocios. De esta manera, apostarán a dos cartas marcadas, una fortaleciendo el Rechazo para viabilizar la supuesta negociación con equilibrio, pero también intentarán participar del Apruebo para, de esta forma, intentar incidir en las discusiones que se desarrollen al interior del proceso constituyente. Asumieron el error cometido cuando se opusieron desde la ideología al retiro del 10% desde las AFPs, ya que, al final, significó un refuerzo a la reactivación. En tal marco se encuentra la irrupción de Lavín como socialdemócrata, aunque igual no descuidarán al pequeño führer José Antonio Kast. Pero en el caso del alcalde de La Condes, es una apuesta grande, que tiene poca esperanza de triunfar bajo el actual escenario político, pero que oxigena a la Derecha alejándola del maniqueísmo de la dupla Van Rysselberghe-Cubillos. No es una novedad, los empresarios financiaron a la Concertación-Nueva Mayoría y a la Derecha por igual durante años, hoy solo se acomodan al nuevo escenario.