Gobierno reduce su acción a la pelea corta

Gobierno reduce su acción a la pelea corta

La inacción del gobierno en medio de un país que vive la tensa calma que precede a un temporal, lo obliga a emprender una limitadísima gestión, pero su accionar es cada día más reducido. El fracaso del paro de camioneros lo deja sin capacidad para mantener algo de iniciativa, solo aspira a pasar la tormenta.

Al final, el diseño que ubicaba en la activación de su grupo duro para cambiar la situación en el país mediante la presencia de su base movilizada que arrinconase al Congreso, utilizando la movilización de los camioneros, fue un fracaso. Por el contrario, el movimiento se deslegitimó en la medida que se autodesprestigiaba con los “regados” asados y fiestas en la ruta, la prepotencia contra otros camioneros, polémicas en los medios de comunicación y la desembozada complicidad de los carabineros. Además, arrastrando un fardo histórico no menor y que persiste, ya que la ciudadanía solo los ubica como los prepotentes “tontos útiles” de los grupos económicos. Si las nuevas generaciones solo tenían conocimiento de movimiento de camioneros por interesadas versiones de sus mayores, en esta oportunidad apreciaron en toda su magnitud, la calaña que constituyen. No hubo sector social alguno que solidarizase con un paro que se afianzó en el matonaje y con cero épica. De manera increíble, Juan Sutil, presidente de los empresarios de Chile, se asignó un papel en el circo, esta vez oficiando de “intermediario”. Al final, Piñera tuvo que bajar a sus patoteros, pero la gran interrogante es ¿qué más le queda?

Hoy, todo es cuesta arriba para la Derecha, el gobierno y los empresarios, solo esperan que los grupos opositores no sepan leer el momento y se enreden en nimiedades, lo que puede suceder, pero el tener que esperar pasivamente un error del adversario para remontar indica una falencia política total. Piñera se está quedando con un reducido grupo de oportunistas incondicionales que ya no se puede saber qué defienden, a pesar de que una reducida camarilla de fanáticos todavía persiste en defender la constitución pinochetista y no asumen que ya murió. Sin embargo, son cada vez más los empresarios adherentes al cambio y que votarán Apruebo, sin estar muy convencidos, pero con el pragmatismo de los negociantes, hoy apuestan hacia el lugar donde se dirige la mayoría. Si se diera la hipotética posibilidad que triunfe el Rechazo tampoco perderán nada, pero asumen que deben aposta a ganador. Además, no solo el paro de los camioneros no cumplió con los objetivos políticos que sus dirigentes habían insinuado, sino que el liderazgos de un “viejo emergente” como Longueira, hasta el momento es incomprendido por lo que su operación tiene dificultades para despegar, pero está generando un efecto en cadena en quienes están por el Apruebo en la Derecha y en el gobierno, cuestión que les dificulta encontrar el tercio para negociar en la futura convención constitucional, aunque es una meta que deberían alcanzar sin grandes trabas si mueven a su base tradicional, pero la dificultad es la división que padecen.

Piñera solo puede mantener algo de iniciativa política si lidera su propia versión de los cambios, pero insiste en atrincherarse y desarrollar prácticas que ya han demostrado su ineficacia por ser ajenas a la realidad.

El problema del liderazgo gobiernista es la profunda división que mantiene en su interior, cuestión que también padece la oposición institucional, pero en el caso de la Derecha existe un porcentaje importante del empresariado, sobre todo el ligado al sector financiero que, ilusamente, piensa en cambios limitados solo a la estructura política del país y ni en el peor de los futuros escenarios imagina la existencia de otro modelo, porque en su estrechez ideológica lo consideran anti natura. Así, suponen que podrán manejar las nuevas contingencias, tal como lo hicieron sus antecesores durante la negociación de 1989.

Sin embargo, es poco probable que el país siga en la senda neoliberal, porque cualquier persona con una mínima sensatez, entiende que el modelo se agotó y los empresarios y la Derecha solo pueden aspirar a salvar el capitalismo, pero es muy difícil, casi imposible, que sobreviva el neoliberalismo, por lo que alargar su agonía solo favorece a sus adversarios.

En este contexto, el gobierno tiene una autonomía de vuelo estrechísima y su prescindencia política en el plebiscito del 25 de octubre tiene más olor a inmovilismo que a una planificada conducta que se posesiona por encima de los antagonistas, más bien está entrampado e indeciso por un mal análisis de sus asesores que desde el 18 de octubre no pueden diagnosticar bien la situación de fuerzas, demostrando que a las evidentes insolvencias estratégicas, se sumaron las metodológicas.

Lo único que favorece a Piñera son las debilidades de la oposición partidaria institucional que, tan enredada como el gobierno, no puede revertir su desconexión con los actores sociales, pero además, el aislamiento producto de la pandemia le ha afectado enormemente, ya que solo puede transitar por el estrecho carril de los medios de comunicación comerciales, lo que es engañoso porque hoy más que nunca se refieren a un país irreal, tal como lo son las encuestas. Al carecer de un despliegue orgánico no pueden superar el aislamiento, por lo que es fácil sacar cuentas falsas. Así, el gobierno puede tener respiro, pero es una oxigenación para la sobrevivencia, como en una sala UTI. Habrá que ver la inventiva, que es el único recurso al que hoy el gobierno podría acudir, pero en ese plano son más talentosos los payasos de un circo de Estación Central.