La Derecha y su incapacidad de entender al centro político

La Derecha y su incapacidad de entender al centro político

El liderazgo empresarial y la dirigencia de la Derecha no entienden a las clases medias, en especial el proceso de secularización, pos Jaime Guzmán, que han experimentado, así como el crítico nivel de endeudamiento que sufren. Ello significa la irrupción de una distinta representación política, más laica y con segmentos juveniles abiertos a nuevas ideas y que además exigen más protección por parte del Estado, resisten el chorreo y no esperan que el país crezca para que haya una equitativa redistribución de la riqueza.

La DC no es el único partido que interpreta a la clase media, irrumpió otra representación política, más laica y moderna, que simpatiza con el Estado de Bienestar y es más autónoma.

El camino iniciado por Matías Walker y Ximena Rincón no resulta desconocido, ya que antes fue transitado por numerosos políticos de la ex Concertación y la Nueva Mayoría. La lista no es corta y sus integrantes entonces “cruzaron el puente” en medio de la crisis de ambas coaliciones, en momentos en que administraban el neoliberalismo.

En el caso de los dos senadores, su deserción se efectuó en el primer proceso constituyente, al rechazar los cambios que propuso la Convención. No obstante, algún tiempo jugaron a mantener cierta neutralidad, pero al final asumieron su nuevo domicilio.

Es ganancia mayor para la Derecha, ya que obtiene más congresales y puede anular un posible avance del gobierno en el Parlamento, pero no significa gran cosa porque, tal como sucedió con Soledad Alvear, Jaime Ravinet o Fernando Flores, entre otros y otras, dicha incorporación no puede resolver las dificultades del modelo para expandirse por la nula posibilidad de constituir un orden político que entregue la certidumbre que necesita el empresariado para expandir sus negocios y lograr incrementar sus ganancias. Frente a aquello, el centro político que con gran entusiasmo intenta crear la Derecha, es una ilusión, porque no lo puede hacer sobre la base de personas, sino que a través de una negociación inter clases, tal como sucedió en 1989. En dicho marco, junto con la negativa casi demencial a reconocer la colosal desigualdad existente en el país, los empresarios tienen deficiencias para analizar el nivel en que se encuentran las clases medias, componente social básico de lo que se conoce como el centro político. Tal como sucedía en tiempos pasados con partidos ultra izquierdistas, tal conjunto de grupos sociales es tratado como aliado de carácter secundario al que se obliga a incorporarse a supuestas posiciones correctas mediante una presión en vez de una de convergencia de intereses. Pero, en Chile, durante las últimas décadas han ocurrido hechos de gran envergadura en el escenario social y político, siendo uno de ellos la variación en las características de los grupos medios. Uno de ellos, es su composición, ya que, al margen de la calidad, un alto porcentaje de personas fue promovido socialmente, debido al masivo aumento de la matrícula en la enseñanza superior, lo que varió el segmento profesional y, de igual manera, los propietarios de negocios aumentaron su dependencia de los grandes grupos financieros y su endeudamiento es creciente y, de manera relevante, se ha desarrollado un amplio proceso de secularización. Todo ello, recompuso ampliamente la representación política y la DC ya dejó de ser la máxima exponente de las clases medias, aumentado por la debilidad ideológica y de proyecto que mantiene. Hoy es más atractiva la propuesta de Estado de Bienestar, laico, meritocrático y liberal, que es representada por el PS, el PPD, el Frente Amplio y grupos juveniles de origen universitario del PC.

Todos ellos, candidatos naturales a un gran acuerdo con la Derecha para constituir un orden político consensuado, pero tienen una gran dificultad, sus representados no los seguirán en un arreglo que conserve de manera inflexible el modelo, así, todo pacto con la Derecha pasa por introducir cambios, aunque sean mínimos, pero nunca gatopardianos. Por eso la dificultad para encontrar un punto de equilibrio en el que se complementen intereses es difícil en estos momentos. Por ello, el gran arco que va desde republicanos hasta demócratas, hoy es una operación al interior de la Derecha, que logrará fortalecerla, pero es excesivamente limitada para el gran consenso que se necesita tras el propósito de construir un orden político, el que debe tener como prerrequisito, como mínimo, un tipo de modelo consensuado, algo que no se ve en el horizonte.