El Frente Amplio y la tentación de la inconsistencia política

La discusión interna sin claridad estratégica junto a la innecesaria alianza con la ex Nueva Mayoría deja en mal pie al bloque que había llegado a renovar la política y desplazar a quienes, inexplicablemente, hoy son sus aliados. Pareciera que busca autodestruirse.
Mientras el tiempo pasa, más se ahonda una duda ¿Cuáles habrán sido las razones de fondo que llevaron al Frente Amplio a salvar a Piñera? Hasta el momento nadie ha dado una explicación lógica de tal evento sucedido en noviembre pasado. Pero, ya quedó en el pasado y si la leyenda popular dice que un gran error se borra con un gran acierto, aquello no es aplicable a la joven coalición que fue inaugurada para barrer las viejas y sucias prácticas políticas, papel de sumo idealista y cuasi quijotesco que se autodesignó, pero del cual ya no queda huella alguna, aunque en política nada es para siempre ni está escrito bíblicamente.
Hoy, miércoles 30 de septiembre, a las 08,00 horas, el Frente Amplio se encuentra entrampado en un enredo del cual no puede zafarse y que lo está complicando sin razón alguna, al menos desde la lógica básica. Se supone que tiene un proyecto que se opone al sistema neoliberal, sin embargo, su líderes cayeron en la vieja trampa de “no hacerle el juego a la Derecha”, levantada por los integrantes de la ex Nueva Mayoría, cuyos partidos desde hace más de 30 años, a fines de la dictadura, inventaron dicha cantinela para evitar la competencia desde la izquierda o cooptar a probables adversarios ubicados en el campo popular. Fue un elemento básico de la transición pactada con Pinochet y los grandes empresarios, pero diseñada por Jaime Guzmán. Se trataba de que solo hubiese dos grandes conglomerados que se enrocaran en el poder cada cierto tiempo, pero sin generar cambios, solo administrando el modelo. Así, construyeron un país que terminó en el desaguisado que eclosionó en octubre pasado. Se supone que la dirigencia frenteamplista maneja tal situación, sin embargo, sorprendentemente se incorpora a la coalición que se suponía era su adversaria política.
En definitiva, todo lleva a que se repita el duopolio solamente centrado en el poder. Ya está toda olvidada la corrupción más grande de la historia, el abuso, la manipulación del pueblo y tantas otras “movidas” de quienes hoy son sus aliados.
¿Qué pretende el liderazgo del Frente Amplio, ser el Pepe Grillo al interior del duopolio? Lo central de la actual coyuntura política es la derrota del neoliberalismo y su reemplazo, en tal sentido el proceso constituyente, el plebiscito y la eventual Convención Constitucional, son solo un camino, si este sufre interrupciones o es amañado ilegítimamente por la Derecha o el gatopardismo habrá que buscar otra vía, lo central es el objetivo y el camino para llegar a cumplirlo es el que va surgiendo, por eso casi todos irán a votar el 25 de octubre, pero no necesariamente se convierte en un dogma sagrado, por lo tanto, aquello define los aliados.
Lo central es cambiar la sociedad, o sea, dejar atrás el neoliberalismo y eso define las alianzas. Hoy la vía es el proceso constituyente, pero no es un dogma, si la Derecha o el gatopardismo lo amañan, habrá que transitar otro camino que lleve al objetivo.
La posibilidad de que la sociedad chilena cambie hoy no es una utopía. Existen condiciones para lograrlo, pero porque el pueblo se sublevó durante octubre pasado y tal alzamiento también estuvo dirigido contra la elite política que hoy, de manera oportunista, da muestras de vida debido a que el coronavirus tiene a medio país con restricción y porque hay una operación mediática destinada a resaltar a la élite, al mismo tiempo que Carabineros no permite ningún tipo de manifestación callejera. Es una pinza perfecta para que los de siempre recuperen el protagonismo, cuestión que no durará para siempre, ya que no existe ningún elemento que permita asegurar que el país cambió de nuevo y está aceptando vivir en una sociedad neoliberal, vale decir que la mayoría acepta la capitalización individual y la pensiones de hambre o los dos tipos de salud, la educación de mercado o que se deteriore el medio ambiente. Aquello no ha variado, por lo que, mientras existan las condiciones de rechazo al modelo de manera tan amplia y explicita, no existe alguna probabilidad de que el neoliberalismo puede continuar. Y para cuestionarlo y luego desplazarlos, no hace falta la elite política, los integrantes del duopolio o la centroizquierda, al contrario, tal como sucedió en el negociado de noviembre, se transformaron en elementos perturbadores, al intervenir sin que nadie se lo pidiera, rescatando a Piñera en momentos en que la consigna más coreada se refería a su renuncia.
En tal sentido, alguien se puede confundir y pensar que con la unificación por arriba de un sinnúmero de siglas, el nuevo negocio está listo, sin embargo, no necesariamente, será así. La situación va mucho más allá del plebiscito, la eventual convención constitucional, las elecciones de delegados o en los municipios e, inclusive, las presidenciales. El proceso es largo y no fue iniciado ni es conducido por la elite. La llamada centroizquierda solo puede apostar a que las masas no alcancen un grado de madurez suficiente, así podría tener vía libre para actuar “en nombre del pueblo”. Pero, aquello es imposible, no estamos a mediados de 1989.