Relaciones exteriores de Chile entre obsoletas e ingenuas

Relaciones exteriores de Chile entre obsoletas e ingenuas

El nuevo orden mundial obliga al país a elaborar una línea estratégica de inserción mundial muy diferente a la mantenida hasta ahora. La posición de Chile se complica por la presión ejercida por Estados Unidos para que Latinoamérica se alinee a su favor en la disputa que sostiene con China por dominar el planeta.

Una primera impresión de la política exterior de Chile, indica que algo anda mal, que no cuaja con relación a los grandes cambios que se suscitan en el planeta. La variación es de época y tiene alcance civilizatorio, lo que no se puede obviar, pero además, no es solo un problema de diagnóstico o análisis correcto de la correlación de fuerzas, sino que de elaboración de una política que favorezca el interés nacional, aunque obviamente, lo primero es saber dónde se está parado.

En este plano es necesario asumir que somos un país dependiente, periférico, extractivista y con una economía abierta en la que predomina el capital financiero transnacional y criollo. Tal debilidad no nos permite abrigar esperanza alguna de que se pueda plantear una resistencia a las grandes potencias si no es aliándose a nuestros vecinos regionales.

  1. Primera cosa por tanto, se debe tener una clara política regional, que no poseemos, ya que es Estados Unidos el que la fija acorde a sus intereses.
  2. Segundo, no se puede disociar la política exterior de la interna, por lo tanto, si somos extractivistas serán siempre las transnacionales las que fijarán nuestra política internacional.
  3. Tercero, si el cambio es civilizatorio cualquier proyecto nacional no puede inscribirse en el marco de la globalización liberal eurocéntrica.
  4. Cuarto, cualquier propuesta nacional autónoma requiere admitir que el conocimiento es clave en cualquier proceso enfilado hacia el desarrollo.
  5. Quinto, es imposible pensar que existirá una política exterior independiente si el país carece de capacidad de defensa, lo que de nuevo nos hace volver a la necesaria integración con nuestro vecinos de la región.

Estas y otras definiciones hoy son la clave para comenzar a pensar una nueva política de relaciones exteriores. Si se continúa con las vaguedades, solo podemos esperar que las grandes potencias, como las medianas, vean a nuestro país como un aliado subordinado al que pueden dominar si gran problema ni costo alguno.

El No Alineamiento Activo, un refugio irreal y pasivo

Ideólogos de la ex Concertación promueven reinsertarse en el nuevo escenario mundial asumiendo un No Alineamiento Activo, que sería mantener una posición equidistante de Estados Unidos y de China, lo que obviamente favorece a Europa, de donde proviene tal categoría. La ingenuidad de dicha posición, radica en que obvia la construcción de un proyecto nacional de desarrollo que vaya más allá del modelo extractivista y plantea que desde la periferia se puede mantener independencia frente a las grandes potencias. Tal postura, promovida por la Unión Europea, a través de la cual intenta el acceso a las materia primar críticas de los países del “triángulo del litio”, es una fantasía, ya que no toma en cuenta el cambio civilizatorio en marcha y cómo será la inclusión de la región en el nuevo escenario.

La independencia no se alcanzará por arte de magia ni por decreto, sino por la fuerza que adquiera el país y la alianza que articule en el contexto regional. El No Alineamiento Activo puede ser correcto para Europa, que tiene suficiente fuerza, unidad, moneda propia y otras ventajas, pero un país como Chile, extractivista, periférico y dependiente, necesita otra política.