Derecha: oposición sin sentido y en ideas más de lo mismo

Derecha: oposición sin sentido y en ideas más de lo mismo

Abusando del relato un tanto destructivo y cada vez más dividida, no tiene capacidad para elaborar una propuesta de futuro y se atrinchera en las ideas de siempre. La ausencia de liderazgo y creatividad son sus puntos débiles, por tanto, no tiene ganada la elección presidencial del 2025. Es más, su rigidez le pasará la cuenta pronto.

La Derecha está agotando toda posibilidad de acuerdo con quienes le servirían de bloque de contención en el futuro. Levantar a Matthei como opción presidencial es atrincherarse en el sector, autoaislándose y trayendo problemas gratuitos que le dificultarán mantener una óptima gestión de gobierno.

Independiente de las razones que cualquiera puede aducir, son más que evidentes los problemas del gobierno para impulsar su programa, cuestión que lo tiene medianamente paralizado, lo que crea un escenario que debería tener a una oposición de derecha empoderada y a la ofensiva, derrochando iniciativa política, ya que se supone que tiene una gran oportunidad para triunfar en las elecciones presidenciales del 2025. Su principal propósito tendría que ser elaborar su propuesta para constituirse en alternativa, pero aquello no se muestra por ningún lado. Muy por el contrario, se ha dedicado a actuar solo como oposición, lo que es su función, pero hay un detalle que no es menor en tal faena, no muestra coherencia con una proposición de lo que sería Chile en su hipotético mandato, así, su acción tiene muy poco sentido, cuestión que puede ser peor si exacerba el factor negativo. En tal aspecto, las demostraciones son varias en especial sus falencias estratégicas y, si no cambian, tanto Chile Vamos como las huestes del Partido Republicano, no aseguran el triunfo el próximo año electoral.

En primer lugar, no es suficiente el desgaste del gobierno, en especial si no se ha construido una opción clara, además, es apostar a que la política es estática y nadie puede esperar sentado a que pase el cadáver de su enemigo, lo que al final es funesto.

Lo segundo es que ante la ausencia de una estrategia clara, los pasos tácticos se desordenan y se dispara “de chincol a jote”. La Derecha no tiene siquiera ordenado su discurso y, la gran mayoría de sus acciones no se coordinan políticamente. De esta forma, desarrolla una oposición solo por oponerse y se nota en el lenguaje maximalista, matonesco y sibilino, en el marco de un relato destructivo.

Por otro lado, le pasa la cuenta una increíble falta de creatividad para encontrar una salida a la crisis, más allá de la perspectiva represiva, por lo que prevalece una rigidez extrema en cuanto al modelo. La influencia empresarial en la política deja a la Derecha bajo una fuerte presión, ya que es apremiada para que instaure condiciones óptimas que permitan expandir sus negocios, estancándola y dejándola con nula capacidad de movimiento, sobre todo, sin ninguna posibilidad de ceder en lo táctico, algo crucial en política, cuestión que la inmoviliza, disminuyéndola como fuerza con calibre político ofensivo.

Increíblemente, la clase dominante chilena se maneja con un alto grado de prejuicio, cree que la desigualdad es inventada y que el país se desenvuelve entre buenos y malos, no realiza un análisis serio del 2019, acude al fácil refugio de la demonización, sin asumir que en aquella coyuntura, Piñera y los máximos dirigentes de la UDI y RN, debieron ceder con gran dolor ante la arremetida de los actores sociales y si el modelo se mantuvo, fue por la ausencia de una sólida fuerza política antisistémica, una cuestión que penó en la revuelta y el posterior proceso constituyente.

Por ello, si La Derecha no ordena su labor como oposición y continúa con las grandes falencias en cuanto a proyecto y, sobre todo, si no ajusta el lenguaje y le confiere una mínima coherencia a la compleja relación estrategia/táctica, corre el riesgo de que el 2026 asuma el gobierno sin ideas claras y sin acuerdos con las fuerzas actualmente en La Moneda en lo relativo a la institución de un orden político, lo que la dejará sin un bloque aliado de contención, por tanto su administración será un real calvario, que la aislará como solitaria defensora de un frágil modelo neoliberal que ya no tiene futuro.