La utilización del Holocausto y del judaísmo por el Reino Unido

La utilización del Holocausto y del judaísmo por el Reino Unido

Al igual que toda ideología nacionalista, el sionismo aplica la violencia extrema como fórmula de poder, de allí su equivalencia con el nazismo. Por ello, los fines que profesa, tienen poco que ver con el judaísmo, una religión de respeto y tradición, con basamentos éticos, filosóficos, jurídicos e, inclusive, poéticos y que se utiliza para dominar al pueblo árabe palestino.

El ultranacionalismo sionista utiliza el concepto de pueblo elegido y construye sobre dicho enunciado, categorías que justifican el concepto de raza superior. Una hábil distorsión de la Biblia, a la que se le suma la victimización a raíz del Holocausto, dando como resultado una división entre buenos y malos y, así, estimula el matonaje de los colonos.

Muy poca gente comprende las particularidades de los enfrentamientos en el cruel conflicto del Asia Occidental, región que las potencias capitalistas llaman el Medio Oriente. Se tiende a identificar a grandes rasgos los bandos en disputa y, uno de los sectores en que más confusión hay, es Israel.

En las culturas cristianas como la chilena, la Biblia es sagrada, pero además, sirve de base histórica a los pueblos religiosos que habitaron la llamada “tierra santa”, cuyos feligreses en el mundo la aceptan como fuente indiscutible, pero es solo un texto ideológico que se escribió muy posteriormente al desarrollo de los eventos que narra en sus dos partes.

La interpretación de hechos que sucedieron hace miles de años y que construyó un conjunto de religiosos que adoran a Jehová o Yahvé, no les confiere certeza histórica, a lo sumo es punto de referencia como muchos otros, ya que es imposible no mirarlos con ojos del presente, cuestión que distorsiona cualquier análisis.

Sin embargo, no puede ignorarse el relevante papel de las religiones en la cohesión social y en el desarrollo cultural. En tal sentido, la religión judía fue y es un factor articulador de un importante grupo de personas y su conexión con la Palestina es innegable. Tal situación fue la que aprovechó el imperialismo británico y el sionismo para elaborar un plan maestro que asegurase la penetración de la modernidad capitalista en una estratégica zona del planeta.

Por ello, debe separarse la religión judía del sionismo que es un partido o movimiento político cuya ideología es el nacionalismo. Construyó la teoría de que los judíos no eran solo una religión como el cristianismo o el islamismo, sino una nación, a la que le correspondía crear un Estado, de tipo capitalista por cierto.

En la segunda década del siglo XX la Palestina estaba ocupada por el imperio otomano, transformado en un difícil muro para la expansión del capitalismo europeo liderado por el Reino Unido, es más, los turcos se habían aliados con los alemanes que entonces eran acérrimos enemigos de los ingleses, en plena Primera Guerra Mundial. En 1917, Arthur Balfour, ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido envió una carta al barón Lionel Rothschild, un fanático sionista, apoyando la creación de un “Hogar Nacional Judío”, una extraña categoría que daba para todo. Fue la autorización del país más poderoso de la tierra, para que comenzara oficialmente la ocupación de Palestina. Un objetivo geopolítico con miras en el Canal de Suez, en el que la religión era una excusa. Hubo resistencia en parte importante en la comunidad judía, pero el apoyo británico desestabilizó cualquier oposición. Así, se debía construir artificialmente una nación, siendo la uniformidad lingüística a través del hebreo un elemento de gran relevancia. El Holocausto de la Segunda Guerra Mundial fue factor fundamental, el sionismo quedó en el bando de los vencedores y pudo canalizar su proyecto utilizando un recurso crucial, la victimización.

De allí a la Nakba hubo un paso, el drama palestino recién comenzaba.