Ricardo Lagos Escobar y el globalismo a la chilena

Ricardo Lagos Escobar y el globalismo a la chilena

El líder socialdemócrata chileno insiste en defender la causa globalista, sin asumir que el mundo ya no es el de hace diez años atrás.

Hace unos días, en El Mercurio, Ricardo Lagos señaló la necesidad de “una solución global a una epidemia global”, apoyando entusiastamente una propuesta de Gordon Brown destinada a sortear las dificultades provocadas por el coronavirus. Tergiversando absolutamente la historia reciente, Lagos le confiere al ex primer ministro del Reino Unido la resolución de la crisis subprime, señalando al FMI, como el principal instrumento que permitió pasar los duros momento del capital financiero a fines de la primera década de este siglo. Interesadamente, el ex presidente chileno, obvia referirse al salvataje del gobierno norteamericano a las principales entidades financiera cuando Bush y Obama aceptaron que eran “demasiado grandes” para caer, factor clave en la resolución de dicha crisis. Gordon Brown, dirigente del ala derechista del Partido Laborista y considerado el genio económico del gobierno de Tony Blair, es un reconocido neoliberal que autonomizó el Banco de Inglaterra y asiduo asistente a las reuniones del Club Bilderberg en Davos. Apoyó la guerra en Irak, el bombardeo a Yugoeslavia y, sobre todo, es un férreo partidario de la gobernanza global e intentó en el 2009 la constitución de un gobierno mundial, proyecto fracasado que, no obstante, logró cierto éxito mediático con la constitución del G20, organismo de limitada influencia. Sin embargo, al poco tiempo fue derrotado y luego, este “europeísta” sufrió otra estrepitosa derrota con la aprobación del Brexit.

El pasado 12 de marzo, Brown publicó en el Financial Times, un artículo titulado End of the dog-eat-dog mentality to tackle the crisis, insistiendo en su tesis de un gobierno supranacional, aunque en este caso aprovecha la epidemia del coronavirus para plantearlo, ubicando a la Organización Mundial dela Salud, OMS, como la entidad que concentraría la distribución de cuantiosos fondos que se recopilarían. Asimismo, propone medidas económicas que nuevamente ubican al FMI como el gran agente distribuidor de recursos. Todo ello fuertemente alabado por Ricardo Lagos. Por otra parte, el 3 de abril, Henry Kissinger emitió su propia reflexión en el Wall Street Journal titulada The coronavirus pandemic will forever altr the world order, La pandemia de coronavirus modificará para siempre el orden mundial, artículo en el que plantea la urgencia de generar una iniciativa que garantice “la transición hacia el nuevo orden postcoronavirus”. Ante ello, llama a luchar contra la epidemia sin aislarse ni olvidar que se debe estar atento a lo que vendrá después. Kissinger, un criminal de guerra al igual que Brown, no duda en señalar al Plan Marshall y el Proyecto Manhattan como las grandes enseñanzas de Estados Unidos para sortear una crisis. No obstante, plantea que el país está dividido y duda de la capacidad de los estadounidenses para gobernarse por sí mismos. Como fórmula central sugiere priorizar tres áreas: capacidad para resistir enfermedades infecciosas, restañar las heridas de la economía y la defensa del orden liberal mundial, siendo esto último su verdadera preocupación ante lo que considera la dudosa legitimidad de su gobierno y la división de sus instituciones.

Como se puede observar, a diferencia de Kissinger, Ricardo Lagos ubica la crisis sólo en lo sanitario y su eventual repercusión económica, evitando referirse a lo político, o sea a los cambios en el poder que sucederán una vez que el virus pueda contenerse. Es más, no asume que la crisis subprime debilitó la hegemonía del bando financiero-globalista siendo precisamente dicha coyuntura la que permitió fortalecer el sector industrialista-nacionalista que lideran Donald Trump y Boris Johnson, pero, además, la que permitió la potenciación de China y el regreso de Rusia como potencia industrial-militar y, especialmente nuclear. Un cambio en la situación de fuerzas planetarias que preanuncia el nuevo orden que Kissinger tanto teme, pero que a todas luce, resultará inevitable por la división y torpeza del liderazgo norteamericano. En tercer lugar, Lagos asume que la OMS es un entidad técnica de salud, casi neutral frente a los cambios en el orden mundial olvidando que, sobre todo, es un organismo político, inserto en las correlaciones de poder que se dan entra las potencias. De la misma manera, el ex presidente chileno, un globalista convencido, incita a la constitución de instituciones mundiales sin ningún control democrático, con personeros elegidos por representantes de las facciones que hoy se disputan el mundo.

– –