Alicia Muñoz y una vida dedicada a la lucha campesina

Alicia Muñoz y una vida dedicada a la lucha campesina

La labor social de Alicia Muñoz ha sido incesante durante largos años. En la imagen, interviene en una asamblea de ANAMURI

Se considera hija de la Reforma Agraria y lleva décadas participando en organizaciones ligadas al campo. Es fundadora de ANAMURI, colectividad que hace 23 años imaginó junto a Francisca Rodríguez, en altas horas de la noche, sentadas en el bandejón central de la alameda santiaguina.

Nació en el fundo Agua Fría, ubicado en la Región del Maule y siendo muy joven participó en el Centro de Reforma Agraria, CERA, de la localidad. Era la época de Allende y los cambios profundos en la sociedad chilena. Después del golpe militar se vio obligada a trasladarse a Santiago en donde formó su familia. Con cuatro hijas, un hijo, seis nietas y cuatro nietos, ha pasado su vida participando en organizaciones campesinas por tres periodos políticos distintos, la Unidad Popular, el régimen dictatorial y lo que denomina la “pseudo democracia”.

Hoy es directora de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, entidad que ideó y fundó junto a otras compañeras durante 1998, pensando en una organización que superara el segundo orden que mantenían las socias mujeres de los sindicatos y confederaciones campesinas. Una idea que se adelantó veinte años a la “ola feminista” y que hoy es una consolidada organización estructurada a lo largo de todo Chile. Alicia Muñoz participó activamente en la resistencia contra la dictadura desde los primeros días posteriores al golpe de Estado integrando una colectividad de izquierda, pero su principal actividad fue la militancia social, primero reconstruyendo y luego desarrollando las agrupaciones campesinas. Lidió, de igual a igual con los dirigentes hombres, en la organización de sindicatos y otras tareas sociales ligadas al mundo rural.

En la medida que avanzaba el llamado período de transición democrática, observó que la situación de las mujeres en el agro seguía disminuida y que los sindicatos, a lo sumo, mantenían departamentos femeninos, como organismos de segundo nivel. De allí la inquietud para impulsar una organización que luchase destacando las reivindicaciones de las mujeres del campo. Lo conversó con el dirigente Luis Jiménez, entonces su compañero, quien la apoyó para actuar con audacia y formar una organización exclusiva de mujeres campesinas, de lo contrario, le señaló, seguirían solo como depositarias de votos o de encuestas y estudios. Su larga experiencia la hizo comprender que no era una cuestión de autoestima sino de profunda demanda femenina y clasista, ya que la campesina es un actor clave del movimiento popular chileno. Así, coincidió con otras dirigentas con las mismas inquietudes y convencidas, decididas y sumando al máximo de mujeres que aprobaban tales ideas, convocaron a la constitución de ANAMURI. Ya han pasado 23 años y se siente sorprendida y, a la vez, orgullosa, de tan largo caminar.

Las mujeres rurales e indígenas caminando hacia su propia identidad y derechos

ANAMURI, Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, como entidad nació en 1998 y tuvo como finalidad, agrupar a las trabajadoras del campo en sus distintas vertientes, principalmente las campesinas, las asalariadas agrícolas y las indígenas. Una apuesta audaz que rompía con la estructura tradicional de las organizaciones sindicales del agro, en las que las mujeres, a lo sumo, eran integrantes de los departamentos femeninos de un sindicato o federación.

La entidad ha realizado dos congresos nacionales, en marzo del 2007 y en noviembre del 2014, con el desarrollo de eventos locales y regionales desde Arica hasta Aysén. Ya, en el primer evento, revelaban la gran madurez alcanzada, porque junto a las resoluciones relacionadas al reconocimiento y protección del trabajo de la mujer en el campo, alertaban sobre el peligro que significaba el cierre de las escuela rurales que obligan a que niños y niñas se vean forzados a abandonar a temprana edad su espacio familiar para poder continuar sus estudios. Asimismo, propugnaban reformular los liceos agrícolas como modelo educacional, para recuperar, preservar y difundir, prácticas tradicionales del campo y quienes lo habitan.

Igualmente, patrocinaban el desarrollo de villas rurales que favorecieran el entorno natural y el cuidado del medio ambiente, construyendo casas y otros espacios comunitarios utilizando diseños arquitectónicos de tradición campesina y materiales con prioridad de elementos ecológicos y reciclaje.

En el segundo congreso, la consigna central fue luchar contra el capitalismo, el patriarcado y por sus derechos, enfatizando que. «Nosotras tenemos la palabra”. En sus conclusiones destacó como objetivo, que el pueblo se constituya en poder constituyente con participación generada desde la base social y popular, en encuentros territoriales y sin partidos políticos.

Así, ANAMURI, se define como una organización autónoma del Estado, propiciando relaciones de igualdad de género, clase, etnia y respeto por el medio ambiente. En tal sentido se esfuerzan por agrupar a trabajadoras del campo, campesinas productoras asalariadas, temporeras, crianceras, pescadoras, artesanas y cultivadoras de las tradiciones y del folklore.

De la misma manera, amplían su lucha a la recuperación del sistema alimentario, las semillas, los conocimientos y experiencias ancestrales de la tierra y los territorios, de la erradicación de la violencia a las mujeres y en contra de toda discriminación propia de una sociedad patriarcal y segregacionista. Entre sus avances destaca la creación, en el 2015, de la Escuela Nacional de Agroecología y de una sólida política comunicacional, entre la que sobresale la edición de cartillas informativas y educativas, Cartografías productivas, ediciones de libros como Tierra, futuro y esperanza Voces campesinas de la Reforma Agraria y la Contra-reforma en Chile, publicado en el 2014. Hoy, en pleno aislamiento social por la pandemia, han producidos varios videos, lo que les permite conectarse a sus numerosos organismos de base. También desarrollan relaciones internacionales, participando en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo – Vía Campesina (CLOC-VC).

Hoy las preocupaciones cambiaron. En medio del intenso ajetreo que significa enfrentar la epidemia del coronavirus en el mundo rural, Alicia Muñoz, responde a nuestras preguntas.

Las mujeres rurales y la actual situación en el país

¿Qué función está desempeñando en ANAMURI?

En estos momentos mi actividad en la organización es de directora nacional responsable del trabajo asalariado de la agroexportación. Bajo ese concepto, con las mujeres, hemos avanzado organizando un sindicato que representa tanto a trabajadoras asalariadas, como orilleras de mar.

Las mujeres rurales son el eje central de los hogares. ¿A qué se debe tal situación?
Un estudio de la universidad de Playa Ancha nos ha revelado que un 73% de las mujeres en Chile se hace cargo de su familia, esa condición patriarcal es ocupada por el capitalismo para transformarnos en parte fundamental, como mano de obra barata y desechable de los procesos productivos, de los cuidados, de la educación de hijas e hijos. En el caso particular de las mujeres campesinas, rurales e indígenas, jugamos un papel central en la agricultura y alimentación de las familias, que también abre una perspectiva hacia la soberanía alimentaria.

¿Cuál ha sido el impacto del covid-19 en el sector rural y cuál ha sido el rol de las mujeres?
El covid-19, en los sectores rurales, ha tenido un impacto muy grande en la agudización de la crisis social y económica, sobre todo para las trabajadoras asalariadas.

Ellas han tenido que trabajar en condiciones de hacinamiento en los frigoríficos y sin elementos de protección, como mascarillas higiénicas o alcohol gel a disposición. Hay casos en los que, incluso, a las trabajadoras se les niega el agua en las faenas, esto devela las reales prioridades de los patrones a la hora de enfrentar la pandemia. A lo anterior, se suma la maniobra de las patronales que mandan a recoger la fruta antes de lo previsto para su acumulación en los frigoríficos y especular con los precios en medio de la pandemia. Frente a todo esto las mujeres debemos luchar.

Alicia Muñoz con una bandera morada.

¿Sequía y coronavirus serán un peso adicional en el trabajo que desarrolla la mujer rural?
La sequía no es un factor que afectará en el futuro. Hace ya mucho tiempo que viene impactando de manera dramática la situación en el campo. El cambio climático ha agudizado la crisis hídrica y esta ha dejado al descubierto que la privatización de los derechos de las aguas es un ataque histórico de los capitalistas, contra los pueblos que vivimos de la tierra. La falta del recurso vital vienen afectando las precarias condiciones de la economía campesina, que se manifiesta en la falta de agua para las siembras, el ganado, el consumo doméstico y, ahora, para enfrentar las urgencias de la salud. La pandemia provocada por el covid19 ha acelerado el proceso destructivo de las condiciones de vida de las y los trabajadores rurales y los pueblos indígenas que ya venía desarrollándose con la economía política del neoliberalismo. Solo es cosa de ver los noticieros para enterarnos de las millonarias inyecciones de dinero para asegurar a los bancos, al tiempo que se autoriza a las patronales para suspender las relaciones laborales de sus trabajadores, delegando el cobro de sus salarios a los ahorros individuales del seguro de cesantía. Al tiempo que el gobierno utiliza la pandemia para imponer condiciones cada vez más precarias para las y los trabajadores, alienta una nueva normalidad donde tendremos que poner el cuerpo y nuestras vidas por la salud de la economía.

¿Qué harán frente a tal realidad?

En este contexto, creemos, ANAMURI tiene una gran responsabilidad marcando una línea de acción independiente para trabajadoras y trabajadores. Junto con la reinvención de los métodos para organizarnos y mantenernos comunicadas a través de diferentes tecnologías y plataformas comunicacionales nuevas, estamos intentando socializar este enfoque, que te he descrito de la crisis. Junto a estas nuevas formas de organización también estamos orientando a las mujeres para organizar experiencias de resistencia de nuestra historia reciente, como fueron los comprando juntas y juntos, que junto con estimular una economía popular de resistencia también estimula el fortalecimiento de la organización de base, donde lo más importante es la ayuda concreta a las compañeras que van quedado cesantes por los despidos adelantados. Bueno eso es una pincelada de lo que hacemos, aparte de estar atentas a las trampa del gobierno.