Financiamiento irregular de la política un caso que hasta el momento solo muestra impunidad

Una de las tantas causas de la repulsa de la gente a los partidos políticos del duopolio, ha sido la extensa corrupción que impera en sus dirigentes y militantes. Entre las tantas “joyitas” destaca el financiamiento irregular de la política, título pomposo inventado para señalar una falta aparentemente inofensiva, pero que intenta tapar un penoso escándalo que ha podido ser silenciado, debido a que alcanza a todos los partidos. Lo sorprendente es la desfachatez de muchos y muchas, que siendo partícipes directos e indirectos, o cómplices activo y pasivos, han permanecido en la primera plana de los medios de comunicación comerciales y pontifican sobre los más variados temas, sin una pizca de rubor. Colaboran en este verdadero blanqueo, el Poder Judicial, el Servicio de Impuestos Internos, los medios de comunicación y los distintos gobiernos cuyos funcionarios han estado involucrados directamente no solo en el financiamiento de la política, sino que en oscuros tratos en los que han participados parientes cercanos de mandatarios y jefes de grandes grupos económicos. El tiempo y el olvido ciudadano son dos elementos que favorecen la impunidad, ya que si el nuestro fuese un país más serio, las cárceles deberían estar abarrotadas de personajes corruptos que se pasean por las calles sin ninguna preocupación. No obstante, los penales están repletos de pobres, las y los recluidos sin contactos ni familiares en el gobierno de turno o parientes de un acaudalado político-empresario. Hay casos de personajes ligados a la dictadura, cuyos negocios son el resultado de sucias influencias y que financiaron políticos de distinto signo, pero que ni siquiera han sido citados a un tribunal. Es imposible pensar un Chile distinto si persiste la presencia en el primer plano de la información de personajes con nutrido prontuario, es lo mínimo que se puede exigir, ya que sería iluso pensar algún tipo de sanción a quienes integran la extensa lista de beneficiados con donaciones por parte de empresarios y grupos económicos del país como transnacionales, comprometiéndose a responder tales favores con la dictación de leyes o contratos que favorezcan a sus generosos obsequiantes. Una de las tantas frescuras de la elite política chilena.