Acuerdos en el suelo

Acuerdos en el suelo

Lo sucedido en el Senado fue un claro ejemplo de la posición de la Derecha en lo relacionado a la política de consensos. Lo de Rincón fue una excusa para romper el pacto al que se había llegado y lo más probable es que se repita en la Cámara de Diputados. El problema de fondo radica en que el bloque empresarial ha ratificado su decisión de no permitir que el Estado sea su “socio” en el desarrollo del país, ya que la alianza público privada es solo una monserga para que se le entreguen recursos del Fisco, mediante subvenciones o por medio de otros mecanismos.

La decisión de dirigir las dos cámaras del Congreso, aún no concretada, es una maniobra coherente con la estrategia que impuso el capital financiero, el que anhela un neoliberalismo 2.0, sin que fuerzas exógenas al sector lo administren, cuestión que pasa porque la dirección del Estado y del gobierno esté en manos de un alianza amplia integradas desde republicanos a demócratas, debido a que consideran la debacle de la ex Concertación, la clausura para cualquier posibilidad de lograr un acuerdo confiable, por lo que se moverán con “fuerza propia”, lo que supone unificar el sector y tener sus propios aliados, de ahí el papel que le asignan a “partidos de centro”, como lo serían demócratas y amarillos. No obstante, es una suma de despojos que nunca le alcanzará para obtener una fuerza amplia que le permita crecer y sentar hegemonía.

Los empresarios y la Derecha, clausuraron la posibilidad de resucitar la “democracia de los acuerdos”, ya que suponen que llegarán al gobierno en marzo del 2026 y, por tanto, en dicho momento lograrán aplicar medidas que permitan reproducir el modelo. Para muchos fue una sorpresa, pero era previsible, porque la situación política indica que la Derecha y gran parte de los empresarios, desecharon los acuerdos y suponen que cuentan con la fuerza suficiente para impulsar una nueva fase del modelo sin necesidad de tranzar con los partidos del gobierno. Consideran que este no logra constituir un bloque mayoritario en la sociedad chilena y, por el contrario, son ellos los que tienen mayor perspectiva de lograr convertirse en fuerza hegemónica, ya que creen que triunfarán en los ciclos electorales que se avecinan, ante lo cual solo les resta esperar. Sin embargo, dos son los elementos que sobresalieron en el rompimiento del acuerdo en el Senado esta semana. Uno es la definición sin ambages de la oposición derechista, lo que anuncia mayor dureza en los dos años que le queda de gobierno a Boric, y que da cuenta de la mayor influencia de los grupos duros al interior de Chile Vamos. De igual manera, aquellos que, se supone, tienen una superior capacidad para negociar, o sea, la dirigencia del PS y el PPD, no fueron tomados en cuenta por el liderazgo de la Derecha, lo que mostró la debilidad de sus habilidades, adquiridas en sucesivos gobiernos de la ex Concertación-Nueva Mayoría. Lo central en ello, radica en que la Derecha no desea que se cambie nada del modelo, por lo que se opondrá a cualquier reforma y, eventualmente, aprobará solamente aquello que pueda consolidarla como fuerza política, por tanto, resulta iluso pensar que aceptará subir los impuestos o renunciará a la utilización de los fondos previsionales de los trabajadores, que son pequeñas medidas redistributivas, debido a que apuesta a que estas se concreten recién cuando “el país crezca”. O sea, durante el momento en que le satisfaga el nivel de sus ganancias. Vale decir, nunca. Y si en algún momento estuvieron de acuerdo en su discusión, se debía a que evaluaron a su fuerza más disminuida con relación a las del gobierno, pero ahora sus análisis les demuestran lo contrario. Ante ello, la política del país, durante los dos años que vienen, se va a desplegar entre fuertes controversias, producto de la oposición sin tregua que la Derecha ejercerá, pero a la vez con cantos de sirena o presión, para aprobar deslavadas normativas que les serán útiles para cuando lleguen al gobierno. Habrá una especie de interregno a la espera de una definición electoral en el futuro cercano, frente a la cual cada uno de los contendores debería acumular fuerza, pero será la capacidad de generar iniciativa política en este año, y el próximo, lo que definirá el escenario. Sin embargo, ambos bloques aún tienen dificultades en la creatividad y en la cohesión interna de sus adherentes.