Incubando un segundo estallido social…

Luis Dávila Mendoza

Una gran preocupación por lo que vendrá en materia económica y de salubridad, es lo que tiene en ascuas al gobierno de Piñera, según los informes entregados por el segundo piso de la Moneda a cargo de su principal asesor, Cristian Larruolet. Ello se traduce en la gestación de un segundo estallido social, pero ahora con la característica de ser más fuerte por parte de la ciudadanía. Puede ocurrir por la desconfianza hacia el gobierno por las paupérrimas medidas económicas anunciadas en estos meses de pandemia, y por otro lado, por las incongruencias enunciadas diariamente por el ministro Mañalich, sobre las estadísticas de personas enfermas por la Covid-19, así como de los portadores asintomáticos que se han conocido entre “gallos y medianoche”. Ante la necesidad urgente de mover la economía del país el gobierno no escatima en poner en riesgo la salud de la población llamando a retomar las clases, sin ninguna garantía para los niños y jóvenes que están en edad de estudiar. Cuestión que originó una pugna entre el ministro de educación y el de salud quien planteó que fue una mala señal adelantar las vacaciones por dos semanas en el mes de abril, motivo por el cual las escuelas dejaron de atender a los niños y jóvenes estudiantes, no hubo alimentación, no se pudo vacunar, no hubo turnos éticos y otros, aunque todos sabemos que las comunidades educativas de todo el país no cumplieron con lo anterior, como venían haciendo, ya que una escuela nunca ha dejado abandonados a sus estudiantes. Visto estas circunstancias, queda una incógnita para el futuro, ¿Qué va a pasar con el presupuesto económico de la nación para los años 2021 y 2022? Gran preocupación existe actualmente en este gobierno representante de los grandes empresarios. La economía chilena no será capaz de soportar una caída mundial, estamos hablando de la caída del PIB de aproximadamente un 15 por ciento. Con respecto a las políticas públicas, estas no son aceptadas por la población, siendo una causa principal el hecho de que las autoridades ministeriales que las dictan no “tienen calle”, nunca la han tenido y no saben lo que ocurre en la vida cotidiana de los trabajadores, menos los “malabares” de una economía hogareña. Pareciera que no tienen la información necesaria de lo que ocurrió en la crisis de 1982, época en que la cesantía hizo estragos en las familias y sus trabajadores chilenos. Queda claro que existe un problema de fondo, hay miedo y hambre, el que ya se deja sentir en vastos sectores del país y en cualquier momento post pandemia explotará, y cómo explotará. Es necesario hacer ver que los llamados beneficios para la población, sean estos bonos u otras prebendas, no están llegando a los más necesitados como fue la idea original. Se debe poner atención si alguna institución o personas están fiscalizando que los beneficios lleguen a sus objetivos y se consigan en el tiempo preciso. La gente necesita que la ayuda sea para hoy y lo monetario es fundamental para contener en parte el agobio diario. La desconfianza en las autoridades cunde, la población ya no cree, desconfía porque se oculta información y se miente descaradamente en las estadísticas diarias de la epidemia por coronavirus: ……. Algún personaje de la pantalla chica diría ¿Cuál será la verdad de la milanesa que se está incubando…?